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| caleidoscopio |
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De ayer Otoniel Guevara |
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¿Cuánto duró la escena en que mi trastornado aliento se dibujó en tu cuello? Ahora veo que nada. Ahora estoy seguro que del clamor con que mis manos recibían tu cuerpo únicamente quedan retazos nebulosos de momentos. Si no hubiera tenido tan roto el corazón. Si por las noches me hubiese dedicado a contemplar tu sueño. Si hubiese tenido con qué pagar tus lágrimas. Pero aquelllo se rompió en el fondo de un pozo demasiado seco Y yo soy solo un hombre que te mira alguna tarde y se consume lento como un oprobioso cigarrillo. Hora grave Hoy no existe tu abrazo ni la música de dientes apretados que impone tu sonrisa No hay seno que libar ni muslos donde publicar mi humilde diario De nada sirve el sol entonces ni la lluvia ni el viento ni la hora ni yo ni tan siquiera yo. 
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febrero 2003 |