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Dios y mi canto
saben a quién nombro tanto
Joan Manuel
Serrat |
1
¿Cuánto tiempo ha que no escribo? Quizás he perdido ya esa habilidad o al menos (supongo) debe de estar atrofiada. El buen deportista sabe que si no practica pierde la maestría en su arte. ¿Por qué no habría de suceder lo mismo conmigo? ¿Acaso no ha pasado ya buen tiempo y tú sin ver letra mía? ¿Quién me asegura que leyendo esto podrías identificar en ello mi mano, mi pulso, mis ideas? ¿Serías capaz después de tanto de encontrarme en un texto que llegase a tu mano y cuyo origen te fuese incierto? ¿Estarías segura de que estoy allí como en otrora, platicando de nuestras cosas? ¿No te confundirías, acaso, con las ganas que tienes de encontrarte y encontrarme en las letras, de forma tal que pudieses vernos en los textos de cualquier anónimo que llegasen a tus manos? Que difícil es reencontrarte, que unilateral es este sentir. Tú no estás cierta de que yo estoy aquí y yo si estoy seguro de que esto que escribo es para ti.
2
Con el pasar del tiempo he aprendido a aceptar las cosas inevitables; los años como los días. Hoy decimos Domingo como ayer dijimos Sábado y mañana diremos Lunes. Ahora son treintaisiete como fueron veintiséis, antes de eso catorce y así sucesivamente hasta llegar al primero. Es probable que algún día diga cuarenta como quizás pueda decir setenta y no es imposible que para ese entonces no sea menos viejo de lo que ahora soy. Recuerdo aquellas palabras sobre una puerta que Dante leyó: En edad sólo puede aventajarme lo eterno. Finalmente me digo que en los futuros años que me depara el destino, o la fortuna, o el Dios en que descreo, me esperan, quizás no con pocas variantes, las mismas cosas que me ha dado la vida; Las mañanas de Guadalajara, el trabajo y los amigos, la nostalgia (que también es una forma de memoria) de saber de ti.
*César Hernández.
César Hernández es el tercer hijo de una familia que tiene siete herederos.
Nacido allá en la medianía del ´65 en un paseo providencial que incluía una
breve estancia en Guadalajara. Circunstancia, más o menos fortuita, que lo
autoriza a colgarse el título de tapatío. Ingeniero de profesión y aprendiz de
escritor por ocio. Sádico por naturaleza pero con un muy alto sentido de la
conciencia, reconoce en su público a los infortunados conejillos de indias de
sus primeras letras, razón por la cual aprovecha para poner el siguiente buzón
electrónico para acoger las sugerencias o quejas que sus desbalagadas letras
puedan generar: cesarhdez65@hotmail.com
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febrero
2003
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