doblepensar     

La nueva guerra que viene
Oscar Huerta


¿Dices que una buena causa justifica incluso la guerra?
Yo contesto: una buena guerra justifica cualquier causa
.
        F. Nietzsche


   La máquina de la guerra esta echada a andar y tal parece que no habrá nada que la detenga. El ruido absurdo que ha desplegado por todo el mundo el gobierno estadounidense y sus medios no ha sido capaz de convencer con sus débiles argumentos: no hay tal relación del régimen de Bagdad con Bin Laden o Al-qaeda, no hay pruebas suficientes de que Irak cuente con armas atómicas que pongan en verdadero peligro a Estados Unidos.
   No es un secreto para nadie que el tesoro que esta en juego es el segundo yacimiento de petróleo más grande en el mundo, lo que garantizaría energía a bajo costo para Norteamérica.

   Ahora bien, ¿cómo podemos explicarnos la obsesión de George W. Bush y su gabinete por intervenir y derrocar a Hussein? Quisiera pensar que hay un legítimo interés por proveerle a sus gobernados recursos para que siga creciendo la nación más poderosa del planeta. Y quiero señalar que no es una buena justificación: si necesitan tanto petróleo deberían de pagar el precio por él.
   Todo parece indicar que se trata de un pequeño negocio de millones de dólares: para ser precisos es un pequeño negocio en el que algunos accionistas de la industria militar y energética obtendrán ganancias incalculables. Esos algunos son la familia Bush y demás artífices de los juegos de guerra: Powell, Ashcroft, Rumsfeld y otras cabezas que se mueven entre la bolsa de valores y los salones de la Casa Blanca.

   Lo que resulta imposible de imaginar es el grado de abstracción de estás personas. Cómo ponen en la balanza el dinero que planean ganar contra las muertes y daños que eso va a implicar.

   El gasto salvaje en armamento lo pagará el pueblo de Estados Unidos y las ganancias por reactivar las fabricas que producen armas, así como los contratos por la explotación de petróleo iran directamente a los bolsillos de unos pocos. En este gritería en la defensa de la democracia y la libertad de los pueblos ¿Usted ha escuchado que con detenimiento expliquen que el dinero para la guerra viene de los impuestos y que la ganancia no regresará de ninguna forma a la sociedad? No tiene sentido dejar abandonado al pueblo en medio del desempleo ascendente para ir a gastar en destruir otras regiones.

   Más alarmante es el desprecio por la vida humana, que seguramente no significa nada para ellos. Las víctimas sobrepasarán por muchos miles a los que murieron el 11 de septiembre (suponiendo que es el origen de esta paranoica guerra). Habrá muertos en ambos bandos: algunos del ejercito aliado, principalmente norteamericanos e ingleses, y miles o millones de Iraquíes, aún más de los que ya han muerto por el bloqueo económico y los bombardeos sistemáticos en las zonas de exclusión. No quiero pensar en el caso en que la guerra se extienda a Israel, Irán y otros países del área.
   ¿Cuantas muertes serán suficientes mientras se cierran los negocios de extracción de crudo?

   Muy seguramente las miles de cartas con firmas, los correos electrónicos a Washington y todas las manifestaciones no harán que cambien los planes de la guerra. Nos queda estar atentos y no dejarnos engañar, para que (otra vez la próxima ocasión) evitemos a toda costa la llegada al poder de desquiciados que pongan en peligro la vida de miles de seres humanos. Seres humanos iguales a Usted y a mi.



*Oscar Huerta.
Guadalajara, México. 1971.
oscar@smartitsolutions.biz
Director de
al margen.

febrero
2003