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Entre intervalos desalineados y días infortuitos inició entre sus
manos la obra de su vida. Resistiendo al tiempo y la época, daba importancia
a la demanda satisfecha con la estirpe de sus antepasados... sin
interrupciones dedicando la leal atención de sus primates instintos.
Desprestigiado como nadie cayó en la firme convicción de sus propios
desánimos, entre aquellos mares turbulentos nadó aguas familiares...
es así como recordó entonces, cierto sueño, que deviene de la práctica poco
elaborada de su memoria. En él estaba inscripta la irónica insignificancia
de sus comienzos, hoy reiterada.
Sus ojos juveniles no encontraban nada
lógico precisamente, era un proyecto de hombre expuesto a la ignorancia,
poseído por el deseo codicioso para admitir aquel mal llamado primer
arrebato.
Se consagraba a la vida misma.
Entre pieles aterciopeladas, inició el viaje hacia un cuerpo sin retorno. Se
humedeció en primavera con la magia de la estación floreciente, se abrió
entre capullos bajo la copa del viejo árbol, que dedicaba puntualmente, cada
rama a tan maravillado momento.
Y así de manera perezosa concebía ese
instante, tan preciado, casi inmaculado.
Sus ropas se confundían mientras los nuevos amantes recobraban un lugar en
este mundo, a veces tan bendito.
Así surgió hombre entre tantas otras cosas
buenas y malas. Defendió ese sueño de éxtasis como la verdadera razón de un
comienzo en el que enterraba su infancia.
Como un juego de niños escapado de algún cuento se iniciaba en la
imprescindible adolescencia lejos de la anécdota producida por la
correspondencia de dos cuerpos.
Su memoria caprichosa lo llevaba en ocasiones una y otra ves, sin retorno, a
evocar generoso y legitimo acto en el que queda asumida su nueva condición.
Se vistieron, con la presencia del sol como modesto testigo, firme, que lo
hacía comprensible, real, un ensayo espléndido no perteneciente al mundo
onírico sino una experiencia carnal.
Hoy anida en sus recuerdos una mujer que mantiene viva la llama de la
juventud, una joven ingenua que llevo consigo al protagonista del primer
amor.
Todavía recuerda sus labios bebidos de a grandes sorbos que transitaban su
cuerpo con la capacidad de la desesperación. El guarda esa conquista como la
epopeya que no se cuenta, en silencio, inviolable. Hoy la toma entre sus
manos, para consumar en líneas parte de la esbozada obra de su vida.
La trae a la memoria sin querer alterar lo privado, por eso huye otra
vez... fugas. |
Rosana Di Nobile
Buenos Aires, Argentina. 1968.
Actualmente reside en la localidad de Quilmes en Buenos Aires. Es Sicóloga Social, participó en talleres de periodismo.
Algunos de sus poemas se han publicado en internet.
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julio
2003 |