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RL
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Pasa, silencio, aturdimiento de domingo,
por ahí una esperanza sin mar,
una recolección de mariposas muertas,
cualquier pretexto, exotismo,
y luego el humo prevaleciendo ante la muerte,
una miserable gaviota que se cae,
la anorexia de las ballenas en mi cabeza,
salas de hospital sin un espacio propio.
En eso, resurges como maremoto,
te depositas, inexorable, en la avenida,
no dices nada, pasa, silencio,
mientras del cuchillo más filoso nazco,
con tal de no embrujarnos,
entre tu utopía y mi dirección,
crecen, se hacen más grandes los tiempos,
de los edificios no entiendo,
ni cuando paso la sal,
solo encuentro cuando el cielo llora,
y la inagotable tarde se va.
Entonces empiezo a descender,
porque los aullidos son aún más terribles,
más vergonzosos, abusan de uno,
lo vuelven solo, loco, roto,
como un rompecabezas nuevo,
aunque tampoco es eso,
Pasa, silencio, cargado de joyas,
todo lo verde ya no importa,
los pasillos son sueños,
las voces pertenecen a otro juego,
no al de nosotros ni al tuyo,
no pertenece al de ninguna especie,
y los castillos prosiguen hacia algún lado,
los castillos y los castigos se van perdiendo,
En un desconocido lugar de sombras,
donde no existe poder de tintas,
ni una manipulación estricta,
un lugar hasta allá,
fuera de cualquier casa, del mismo lugar,
fuera de todo lo que lleva nombre,
donde también, pasa, silencio. |
Acoyani Guzmán Bárcena
México.
Tarotista y estudiante de teatro.
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agosto
2003 |