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Esto es mi infierno. Ésta mente prisionera
de recuerdos; bombardeada de imágenes terroríficas. De malos pensamientos.
Soy víctima de una enfermedad mental, provocada
por todo lo que me ofrecen los medios; violencia, rencor, odio, miedo,
pobreza, frivolidad, desconfianza, sexo.
No, miento. No soy víctima, pues estoy consciente
de ello, pero es mas fácil hundirse en este fango, más fácil que.... cualquier
cosa.
El insomnio carcome mi cerebro. Pensando
estoy en todo lo que mis ojos percibieron en el trabajo, en el noticiero,
en aquella película de terror. Ya ni puedo desparramar mi cuerpo exhausto
con confianza, sin pensar en que una mano afilada me atacará en la oscuridad
a la orilla de mi lecho.
Todo estorba cuando esta ya saboteado el
cerebro, incluso los fierros que me sostienen en las noches. El más mínimo
ruido me regresa de mis sueños ,al espanto de sombras diabólicas de la
vista inconsciente aún.
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RL |
Esto me pasa por ser pecadora, por haber renegado de mi doctrina nata. Pues de todos los mandamientos sagrados, solo he cumplido aquel que manda: no matarás. Y no por que no se me haya ocurrido, sino por que mi cobardía no me ha dejado llegar a tanto.
Es ahora que comprendo que estoy en algo
cierto. El infierno como fuego, gritos y lamentos, no existe.
El infierno es la humareda que cada quien
antepone en su mente, el auto-martirio, la auto-destrucción de uno mismo.
Y así, me imagino a mi misma, flagelando cada una de mis neuronas, cada
anhelo, cada sueño.
Mi infierno es mi propia rebeldía incomprendida. Incomprendida pues ni yo misma la entiendo.
Mi infierno es mi nihilismo, que a final
de cuentas me contradice con lo que siento. Está en mi fervor por ser auténtica,
creyendo que a alguien le importa.
Es ésta distracción de la luz, que repudia
mi poca ética.
Estoy en el infierno sin estar muerta. Y eso, sólo lo vive alguien demasiado condenado. Condenada a vivir una mentira, a vivir dos caras y todo por no tener la valentía de decir la verdad. Pero ¿ A quién le importa que mienta, mientras cada quien “sepa” lo que quiere que sea?
Así seguiré. A la sombra de mis mas destructivos
pensamientos disfrazados de dulzura, amor, comprensión y ese deseo de libertad.
Mas mi espíritu esta condenado, y con el
mi cuerpo; condenado a ser mortal, a ir muriendo lentamente y fingir que
hay tantas cosas que se quieren lograr, cuando lo que quiero es liberarme
de esta prisión de carne y hueso.
Ser aire, ser Agua, ser tierra, ser sal, ser saboreada por aquellos labios que aun buscan la verdad.
Pero solo, y ¡quién sabe!, la encontraran
cuando dejen también su cuerpo.
Así pues, en ésta prisión de desesperación
me encuentro. Pero alcanzo a ver en lo alto de la pared de recuerdos, una
pequeña grieta que me muestra el sol.
Quizá, algún día logre ser lo suficientemente fuerte para trepar la pared y mirar atrás de ella. Atrás de estas paredes que cada segundo se comprimen asfixiándome.
Y entonces, a Dios, comprarle mi libertad...
Karen G. Rodríguez Montiel
Guadalajara, México. 1979. Lic. en Informatica Administrativa (ITESO).
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agosto
2003 |