Mi cuaderno escupe pétalos de rosa.
¡No los tires! Le digo, pero el no responde: Solo
ríe cuando la punta de mi bolígrafo acaricia sus hojas.
Es travieso él cuando resbala de mis manos y deja
libres todos mis secretos.
Se los canta al viento, a la brisa y ella discreta los deslava pues tengo un pacto con ella.
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Se rebela arrugando las hojas cuando lo trato mal.
Me delata a la media noche con el ruido de las hojas que una a una mueren
a los pies de mi pluma.
Cada hoja se entrega virgen, se deja poseer por
mis ideas. Algunas veces me ayudan a hacer mi escritura más ágil.
Otras tantas me distraen para que las deje descansar.
Es paciente pues siempre espera que llegue la hora
de inspiración. Puede permanecer días callado a la sombra del librero o
cínicamente abierto mostrando sus encantos.
Simplemente ahí, esperando mi llegada.
Karen G. Rodríguez
Montiel
Guadalajara, México.
1979.
Lic. en Informatica Administrativa
(ITESO).
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03
oct
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