la nomenklatura       


El pantano de las reformas
Oscar Huerta


          Definitivamente los modelos económicos actuales están creando diferencias irreconciliables en los conceptos que los justifican y los resultados palpables de su aplicación. La globalización exige mercados abiertos sin restricciones, sin embargo no es permitido que la fuerza de trabajo pueda desplazarse entre países como lo hacen las mercancías. Los índices macroeconómicos (PIB, volúmenes de exportación, etcétera) pueden indicar una cosa y los índices de pobreza pueden mostrar una realidad abismalmente diferente.

          A nivel celular (países o comunidades) estás diferencias también son perceptibles, aunque sus manifestaciones dependen de los sistemas de partidos o del nivel sociocultural de la población. La madurez social, y hablo de sistemas de partidos, de gobiernos, de instituciones y universidades, y en general de la población; permite que esas fuerzas aparentemente irreconciliables puedan ser ponderadas y sean traducidas en leyes y políticas económicas que busquen el bien común.

          Para que un sistema biológico o social funcione de la mejor manera posible (por no mencionar la palabra "óptima" que puede sonar utópica), es necesario que las células y todas las partes que la componen sean sanas. Sanas es una base social bien alimentada y bien educada, también significa un gobierno eficiente y con niveles mínimos de corrupción, con una fuerza empresarial bien regulada y que cumpla con sus obligaciones fiscales, un sistema de justicia imparcial, eficiente y medible, así como un sistema de partidos y de instituciones inteligentes que puedan encontrar caminos que hagan crecer, como una unidad, a toda una nación.

          Los bloques que se han formado en la cámara de diputados (PAN y el PRI Elbista, PRI Madracista con PRD y el resto de los partidos) conciben el bien común según su manera de ver el mundo. Algunos piensan en aplicar tasas impositivas que le den al estado más recursos para que sean aplicados socialmente. Otros, que por lo pronto son mayoría en la cámara, postulan que no es momento de aumentar los impuestos.
          Ambas visiones son validas, y no necesariamente irreconciliables. Pero el fondo de la discusión y sus caminos son muy diferentes.

1. La pugna por el poder
          Es el PRI el partido que está decidiendo el rumbo de las negociaciones en la cámara. Años atrás la aplanadora PRIísta hacía un bloque uniforme que decidía fácilmente las votaciones, hoy empero, se ha dividido y su mayoría nuevamente ha decidido que no pasará la propuesta de homologar la aplicación del IVA en alimentos y medicinas. Diré que comulgo con la idea de que no se apliquen más impuestos, pero no hablaré de los análisis matemáticos que justifican mi opinión.
          El fondo de la ruptura del PRI es la pugna por el futuro político del partido. Una vez más las discusiones no son basadas en argumentos técnicos, sino en parafernalia demagógica en ambos bandos.
          La maestra Elba Esther Gordillo apostó su futuro político a hacer equipo con el PAN y con el presidente Fox, pero ha perdido todo en el camino, la reforma hacendaria se entrampo y además ha perdido el liderazgo en la cámara.
          El PAN y el gabinete del presidente Fox nunca explicó qué haría con los recursos adicionales que obtendría de la aplicación de los nuevos impuestos, dijeron que para aumentar el gasto social, pero el "gasto social" sin una explicación de cuánto en cada rubro es como pedir por la paz del mundo, es decir, sólo buenas intenciones.

2. La falta de inteligencia
          El PAN se instaló en Los Pinos pero no dejó entrar a la inteligencia, ni siquiera al sentido común.
          Buscan una reforma eléctrica porque en palabras del secretario del trabajo el gobierno es ineficiente para administrar empresas. Entonces, cómo podemos confiarles la administración del país.
          Quieren recaudar más aumentando los impuestos a los que ya pagan, esto es comprensible, porque es más fácil que ir en busca de los que evaden impuestos.
          Personalmente me gustaría que mis gobernantes tengan varias opciones para sacar el país adelante, y no que a la primera propuesta que se les caiga vayan a los medios a llorar que no los comprenden y que nadie los apoya.

          Nuestra apuesta ahora consiste en asegurar que los próximos gobernantes (el presidente, los diputados, los senadores, los gobernadores) sean gente sensible e inteligente, que puedan conducir al país por caminos que nos lleven al bienestar y a la dignificación de las personas. Temo que no hay buenos pronósticos, a menos que los actores sociales (y retomo mi lista: iniciativa privada, instituciones, la sociedad en su conjunto) asuman el protagonismo que les corresponden y empujen a los órganos de gobierno por caminos de limpieza y eficiencia.


Oscar Huerta
Director de al margen . net.


dic
2003