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Puede estar oyéndose un cotorreo
un barullo de ángeles que chocan en las lámparas
una plática redonda de mujeres embarazadas
Un alumbramiento de vestidos y fajas
Por eso se nace en sucesiones, no en círculos
Se pare en las tarimas, entre estacas, cujes y tablas,
como ratas
Una madre trajo un chillido al mundo
Creen que abre los ojos y que domina al mundo
desde falsetes, burladeros o rodetes
Huele a granos
Sabe a gente
Somos el queso del aborto
Aún no existe nada,
no tentamos, no olemos, no nos asomamos
a la única luz, al universo-lumbre
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El niño, la madre y la partera gatean,
comen tierra y hormigas
La madre sigue actuando
El padre toca el piano
el niño suda, tiembla y mira a los ojos del perro
El público puja y la enfermera llora
No trajeron alcohol ni vendas
La viscosidad es una cena simultánea
La sangre inunda el redondel, por eso hay fiesta
hay un bautizo colorado, un prenatal de plata
en las alturas, donde en el mástil se detienen
las brujas
El pegaso de circo contorsiona
La cigüeña de París lava las lonas
El Mal de Ojo lagrimea
Y la perrilla saca la baba
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Este es otro nacimiento, pero en cama de clavos
entre un lanza-cuchillos y una bella trapecista
un motoloco y un avienta- fuegos
La gente que viene de fuera no paga boleto
los niños que nacen se han humedecido los labios
las damas avanzan de rodillas
Los indios llegaron en camiones
La policía limpia la paja
Las manos se deshacen por el plomo derretido
del recién nacido hirviendo
Con el del piano y el del clarín ya son dos aleteos
que descubren un atajo al oído
Por poco revivimos con la sordina del trombón
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Pero está ciego el mundo,
está apagado el foco
No por ser de noche está oscuro todo
No mañana, por ser de día, renaceremos
El colgado lo sabe.
Bernardo Macías Mora
Tepic, Nayarit, México.
1955.
Autodidacta. Llego al final del Infrarrealismo en 1980.
Becario de
INBA-L, UNAM, Editorial Novaro
Actualmente es periodista en "Meridiano",
asesor editorial |
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marzo
2004
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