renglones torcidos       


Tras cristales
La libélula



         Amanece. Pesadillas y quereres desaparecen tras los gritos de mi hermana. Ya es tarde. Rutina matinal que altera mi lento paso al lavabo. Tomo el cepillo de dientes y observo que la pasta no está. Segundo coraje del día. Y como siempre, se encuentra en el baño de mi princesa. Irresponsable y enconchada como siempre usando las cosas ajenas. Limpios los dientes tomo un baño. Entre gotas y mugre doy gracias por haber despertado; por tener otro día para empezar, para continuar, o para terminar. No importa lo que ruede, mi sonrisa mira al iluminado techo. Salgo, después de haberme secado exclusivamente con una toalla seca y que no huela. Y es ahí cuando llega el momento crucial, decido ver al mundo diferente, o que el mundo me vea diferente a mí. Sí, así es. Tan simple el hecho de ponerme los pupilentes o colgarme los anteojos cavan abismales perspectivas. Tras sombras lejanas definitivamente debo escoger entre uno de estos dos accesorios. De cualquier forma no seré yo quien sea la analista. Al no usarlos veo un mundo distinto al de los demás, sin embargo. Este sí es mi mundo, elementos difusos a la distancia y muy claros al sentirlos o palparlos. Y una vez usando cualquiera de los dos objetos, dejo de ser yo quien ve. Es el lente adecuado a lo que los demás conciben como la realidad lo que veo.


         Quién dice que es necesario ver todo lo que se nos pone en frente. Todos. Sí, todos los dicen obviamente; de no ser así no hubiese fallado el muy estricto examen de la vista. Al insertarme los pupilentes todo es nítido y brillante, perfecta imagen de novela que a mis ojos fascina pues la realidad les es extraña. Mas con ellos nadie nota mi connotación del día. Si me cuelgo los anteojos, decido mirar dos mundos a la vez. El que me estereotipa y choca con mi imagen rutinaria al verme usando gafas; y por otro lado, el doble mundo que yo veo, tras y debajo/sobre los cristales.


         Y con todo y este análisis, todos los días me cuestiono que deseo ver o si es que deseo ver; cómo quiero ser vista o si quiero que se note la falta de mi vista. Decidiendo de cualquier forma ser yo con o sin accesorios, mirando miradas con o sin encanto; tal vez, viviendo banalidades, que de cualquier forma las quiero ver.



La libélula
Guadalajara, México.
Conocida socialmente por Lizbeth Ramírez Letechipía, vidente hiperquinética,aventurera y soñadora de origen desconocido un 14 de diciembre de 1976.


abril
2004