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Largo camino que lo precede:
aguado de lágrimas
de azúcar o de sal:
de vida.
Anciano que llega,
pero no termina;
anciano que espera
lo que es y está inesperado;
lo que es cielo, alma,
Dios, belleza.
Las rosas exhalan rubíes.
Los troncos están escritos
con la esmeralda del musgo.
El ámbar se desliza
entre las hojas del otoño.
Las gotas vidriosas
del césped,
son diamantes tallados
en auroras transparentes.
El idioma del paraíso está
descifrado en la suave y tersa brisa.
Ahora el anciano es lo que será.
Había visto el mundo,
pero nunca la naturaleza.
Había visto salir el sol,
pero nunca salir la luz-
el día, pero no la mañana.
Sí. Ahora el anciano es lo que será.
Será lo que resta de su propio camino:
hacia el fin infinito
de la eternidad.
Daniel Alejandro Gómez
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