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Debería aparecer.
Ser el incremento de la población humana para que te des cuenta,
para que me mires.
Debería aparecerme en cada espacio nocturno de cada sueño para que me toques.
No hay marcha atrás en las procesiones y en las huelgas la gente termina durmiendo.
Quiero dejar el cerebro para sólo sentir el alma y en calma pensar con mi sonrisa.
Todos los polos tienen sentido, los estados climáticos, las tres luces del semáforo y la luna.
Desde el piso logro recordarte y sumergirme.
Suelo encontrar abismos y perderme para siempre.
Vuelvo a respirar asfixiado contra la corriente.
Tus palabras me ensimisman y me traen a los brazos de mi infancia.
Me acorralo entre estancias de consuelos depresivos.
Me encajonan en lugares de mi muerte.
Me estrangulan en corazas de mis sueños.
Yo camino en puñales de mi infierno.
Me consuelo entre rosas deshojadas.
Todo autista por buscarte me contemplo.
Y transito en la avenida de mi rabia.
Dormir de prisa para amarte en mis suspiros.
Entregarte mis horrendas escrituras.
Ya me extraño como un puente en el pasado
y respiro ¡Cómo ruge este silencio!
Ahora encuentro tres palabras de tus labios.
Dos consuelos, una tregua y mis razones.
Paul Alexander Cañamero Álvarez
Lima, Perú. 1983. |