caleidoscopio       


A un escritor obstinado
Luis Andrade S.



A G. Rivero
y J. C. Lechín


¿Qué fue de los libros que publicaste ayer
con inédito entusiasmo juvenil
urgido por asuntos extraliterarios
sin tino ni reflexión
en loco y desmedido afán por la fama
fugaz, evanescente y vana?

Ahora que transcurrieron inexorables
las cifras de los años, de súbito
vuelves la mirada a aquel pasado
hoy triste y lejano,
sin poder cambiar el hado de tu sino:
lo publicado, ha sido publicado…

Si hubieses escuchado la voz del poeta
que te exhortó un día:
“Jamás escribas
lo primero que te llega a la cabeza
ni publiques lo primero que escribes”,
tal vez, hoy, todo habría sido distinto…

Mas, ¿por qué seguir obstinado
por la senda errada y sin sentido?
¿Por qué pretender inútilmente justificar
aquellos frutos de precoz desvarío?
¿Olvidaste, acaso, la lección de Heráclito:
“Nadie se baña dos veces en un mismo río”?

No persistas en tu enfado, rezongando,
–buscando sostener lo insostenible–
si tu obra no pudo sustentarse por sí misma,
ni quemes tus alas en el nido
antes de remontar vuelo al infinito.
¡No pretendas defender lo indefendible!

La historia se sucede, llega, pasa…
y con ella el juicio implacable de los años
sobre nuestras obras y nuestros actos.
¡Reconoce tu desliz con hidalguía,
retoma con sosiego la palabra
y escribe la obra maestra de tu vida!



Luis Andrade S.
Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.

julio
2004