caleidoscopio       


Los propósitos de José Tum de Bonampak
Patricio Manns



Debo decir que he sido tantas veces
un hombre viejo como el mundo,
que voy y vengo de la muerte como otros
van y vienen del mercado o del templo,
y que cuando nuevos dolores me golpean
con su candado abierto en las heridas, con su herrumbre
cerrada, no necesito abrir un grifo
de otro grito para sentirme parte
del mucho sufrimiento que me cerca.

Los viejos titiriteros
cantan en paz sus míseras hazañas,
vocean sin guerra sus rigores muertos,
su opulencia senil, en alta voz, como si fueran
un patrimonio universal predestinado
a la sobrevivencia por derecho propio.

El que habla va a cantar
una canción de fuego y de agua,
una pétrea epopeya sin ajorcas, sin adornos,
va a entonar la madura letanía de los templos salvajes,
la contigüidad de las máscaras,
la exactitud de la pirámides hundidas
en la selva que zumba, va a declamar
la continuidad de los guerreros
que se agregan a la continuidad de las batallas
y al sucesivo descenso de las muertes.

El que habla se propone abrir un libro
fulgurante, de esos que dejan ciegos, donde
toda la luz de Yucatán, de Campeche, de Quintana Roo,
de Tabasco, de Chiapas, de Oaxaca, estallará como
un mojado girasol interminable
exaltando sus escudos tatuados,
su emplumado estertor, su pájaro
quetzal perfumado por los demonios
míticos y austeros,
el memorial de sus hazañas
cruzadas por una vasta ráfaga de sangre,
sangre inconmensurable todavía.

He aquí la angustia del misterio,
he aquí la puerta de la historia sombría,
descrita por el misterio de la poesía
y vetada por la razón en cautiverio.
    


Patricio Manns
Chile
* De Memorial de Bonampak


agosto
2004