|
Para Memo Roa
que una noche me ofreció el placer de escucharle,
como una de las mayores gracias:
“la casa invita”.
Casa Vieja
Julio del 2004 |
Hoy llegué arrastrando mi sombra con una jarra de risa pero adusta
y la dejé que fuera en la puerta en la escalera de la casa vieja donde
/la noche acuña el bronce redondo del ron.
Ya antes había recorrido otras calles con un sabor de ventisca en los hielos
un árbol ralo en la cabellera que todo trago ajeno se me iba haciendo propio
Llego pero no imploro me ofendo buscando mi rostro que huye del cuarto
/donde lo que sobra es la carne en niebla:
Si me conocieran como soy: un tramposo con las colas y los labios del alcohol
cara casi sin cruz en la barra libre antro–pófago de la
Casa Vieja triquiñuela
que me reconcilia con la harina de mis penurias con la nota sostenida
/y veraniega de mis resistencias
Si me conocieran mejor por las arrugas de mi camisa por las dos monedas
/que llevo ya sobre los ojos
no tendría ni bar ni timbre alguno para temblar la guitarra desafinada
/de mis nieblas y truenos
De un placer de “olvídame ya inacabado” encaja bien mi cuerpo con los dedos
/de la mañana llena de risas y liceos,
pues lo abismal tiene veladuras y bocas que se prenden del cuerpo de una muchacha
/que se nos fue a todos con la marea de sus caderas dejándonos tan sólo
/un humor a guirnaldas en la bebida
¡Qué renovación de escarolas qué carbono de mis años!
Cenizas y oscilaciones he ahí la vida:
Sexo sin mucho que ver más que la mano en descargas de albas y rezongos
No amo mucho que es poco: mi sangre es un fósforo de rodillas un corazón
que observa sus manchas en el espejo de todos
Bebo e inasiblemente en la mugre de la vida me encostro en su cara oscura
La noche se sobra en labios falsos como los míos en dedos encelados
/sobre las cuerdas de alguna guitarra ajena en amapolas más ebrias
/que mi sangre y un freno de “uso no abuso” por no estar borracho
nomás porque siempre la nombro nomás porque lo normal me eyacula
/las benditas y la áspera biennacida
Si me salvo es porque Roa sabe del oriente y de la puerta que se yergue:
La espina del jardín el “¡Ay María!” la rosa de tu sexo
mientras sueñe
/que orinas la suerte de mi amor y sus laureles
Si Roa me abre la barra y un laúd que entreteje los ruidos saxofónicos
/y los doobie doobie doobie! de las voces
es porque sabe ser un fiera con el billete falso pero gota de miel con
el sudor
/de los callados
Con un brazo apoyado sobre un león con el otro me surte de claveles
de oros y de ron
/que de coronas son nostalgia de esa lengua luna siempre de muchacha
Y si bebo ron y me resisto a la esclavina de la borrachera
es porque The Lounge Lizards no han parado en gracias y fatigas
es porque con ataques y Tarantellas me han aletargado el espejo del alcohol
Se me olvida aparte de la música y la ropa arremangada
de su abrazo
Roa fue una bestia de privilegios: me ofreció sobre la terraza la sed infinita
/de recibir los dedos azulados de la
mañana rondándome la lengua
/con el terso ronroneo de otro vaso de ron.
Miguel Reinoso
|