doblepensar       


¡Viva México, Cabrones!
Patricia Romana Bárcena Molina



          Sumergida en una extraña tristeza, como si fuera de otros y no mía, me pregunto por qué los mexicanos celebramos con tanto ruido la fiesta de Independencia, con ese ruido estruendoso que no nos permite un espacio de silencio para meditar y crear otra forma de superar la derrota.
          Hace tiempo viajé con Polibio, aquel personaje de Antaki que vino a occidente para recoger los hechos y darles una interpretación. Nada sucedió tras su rayo de luz, sólo unos cuantos se atrevieron a emprender el vuelo, el resto sigue reconstruyendo su tragedia y mirando hacia atrás.
          Va disminuyendo la tristeza, Polibio, de Arcadia, me llevó de la mano y hoy pretendo hacer lo mismo con los que quieran sumarse al vuelo.
          Dijo Polibio:

          "Encontré un pueblo dedicado a producir presentes, olvidándose del tiempo y del futuro. Su saber databa de pocos años, el mío tenía milenios. Su moral era ligera, la mía pesaba como las montañas. Observé detenidamente y supe que había que revisar la historia de las relaciones entre el derecho y la vida. Entre la época en que los hombres inmolaban a una víctima en sacrificio y el momento en que ocurre un proceso y un juicio, la razón había caminado, pero ellos seguían viviendo en el tiempo de las víctimas; la violencia resumía el relato de sus relaciones y su espíritu se había vuelto el principio multiplicador de su brutalidad. El poderoso, el fuerte, el que descubre los dientes, parecía a mis ojos bestial. He visto pasar a esa bestia temible en los muros pintados de los viejos templos y en sus estatuas. Sigo escuchando cómo salen de sus bocas rumores de venganzas que han sido y serán siempre la fuente de todas las mediocridades. Por supuesto que tengo que recordar su génesis: en ellos yace el dolor. Este rumor ancestral persiste como un irreprimible testimonio de su desgracia pasada".

          Por supuesto, han sufrido la fuerza de terribles opresiones, pero sus problemas ya no son susceptibles de soluciones judiciales; su mal se ha vuelto general, recurrente en la historia, estable. ¿Cómo identificar a aquellos que cargan con la responsabilidad del desorden? ¿Cómo acusar a uno o más: los padres, los hombres, los explotadores, los blancos, el Estado, la Iglesia, la ciencia.? Cada quien era una parcela del desastre; y la nación integraba las relaciones de esas partes. ¿Quién era el enemigo? A menudo, el aliado más cercano, o el conjunto de los amigos. Todo ello exige hablar de un paisaje de maldad. No pretendo corregir nada; no sobreviviría sin ese entorno total. Los problemas han dejado a la naturaleza para refugiarse en la sociedad; dejaron las cosas y se metieron en la casa de los hombres.
          Sabemos que esta historia avanza más por sus problemas que por sus pretendidas victorias. Así que tendrán que resolver entre ellos, y en primer término, el asunto de la dominación; es decir: el poder.

          "Escuché los lamentos de quinientos años de quejas contra los españoles y su conquista. No fue lo peor que les ha sucedido, pero la queja pertenecía a la herencia canónica y ¡cuán lentamente pasan las cosas canonizadas! Éste es su prejuicio, y cuidarse de los prejuicios es mucho más difícil de lo que se cree. La queja alcanzaba también el racismo ajeno, pero el suyo no era menor; la exclusión, ese acto negro de la hominización, afecta a todo lo que no se le parece con un número negativo. Yo no logro saber por qué no han podido domesticar su derrota. Tratan siempre de situarse; decir lo que son o lo que no son. Hacen poco".
          "Cuando un hombre trabaja, no se sitúa. Trabajar ocupa la vida entera; situarse también. Sólo los niños se preocupan por ser tal o cual, para mejor instalarse en la mirada del otro. Esa mirada ajena que tanto importa a los mexicanos, pertenece a un rostro que no quieren; ellos no aman el mundo, por ello lo ignoran. En la política, en las informaciones, jamás hablan de él, como si fueran ellos mismos un grupo suspendido en el vacío. . ."

          Son maravillosos los ojos de Polibio, tienen una lente a la que nada escapa, y para nuestra salvación Ikram Antaki dibuja cada imagen recogida por Polibio.
          Hay una luz, existe una pauta que puede ayudarnos a superar la tragedia partiendo del único punto que sirve de apoyo para girar el rumbo, la civilidad.



Patricia Romana Bárcena Molina
Subdirectora de al margen . net
Estado de México.
Maestra en educación especial. Directora del Colegio Vallarta Arboledas
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sept
2004