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Te prodigo un amor indestructible,
una veneración a prueba de meteoros,
de coches bomba.
eyaculo a chorros cada que leo una palabra
que tenga como primer letra
la inicial de tu nombre.
bebo con ganas botellas enteras
rellenas con tu sudor, con tu saliva
o con los miasmas de tus ampollas.
persigo sin tregua a todos los gatos
que tienen los ojos como tus ojos:
los llevo a la sala de mi casa
y les doy masajes, manicuras y baños de sales.
tallé tu signo del zodiaco en mis dientes con un tenedor,
me tatué tu número de teléfono en los párpados.
profeso que el único Dios que ha vivido es el útero de tu madre
y que sin duda, tú eres quien viniste
para enseñarnos los evangelios de tus caderas, de tus pezones.
me propongo como régimen no dormir nunca más
para cuidarme de la infame posibilidad de soñar en ti
como realmente eres:
con esa aburridísima vocación de ser de verdad.
Diego Villaseñor
Guadalajara, México. 1978
Fundador del movimiento del antiprosema, director de la Editorial Gaveta y la Revista Masmédula. Ha sido publicado en los periódicos Público, El Informador, El Occidental. Publicó el plaquette "Algunos choritos y antiprosemas" en La Tortillería Editorial y es coautor de la antología de narrativa "De tanto contar 4".
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oct
2004
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