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Tener un hambre así:
de vaticinios
de signos
de siluetas claras contra la oscuridad;
dividir los días en sonidos,
sombras, luces, requerimientos;
hacer de leves signos esperanzas,
tender los brazos dormida hacia el recuerdo
sentir en las piernas esa tibieza del desasosiego,
tocar el hermoso cabello del hermoso desconocido en el sueño
(hombre al fin, lejano,
que como un dios del azar
hace aparecer en la mirada un brillo
en las manos movimientos de espíritu chocarrero),
sopesar en el silencio de la tarde
ese hambre
este tiempo
tras el cristal la luz
contra ella figuras tenues
beber un poco de agua
pensar:
¿Yo pongo el hambre allí?
y sin querer
sentirse desconocida
porque de pronto caen cascadas del cielo
y el mar mana de mis manos bajo el sol
torrente donde angustia, miedo, desaparecen
en los verdes vertiginosos
y los amarillos violentos de sus aguas,
mientras una voz murmura:
"¿Escuchas?"
al tiempo que mis brazos
(de piel, de sol)
me envuelven en un profundo Sí.
Guadalupe Ángeles
Pachuca,
Hidalgo; México. 1962.
Actualmente reside en Guadalajara. Publica semanalmente su columna en el
suplemento Tapatío Cultural de El Informador. Además ha participado en
múltiples suplementos culturales y diarios, como La Jornada Semanal de
circulación nacional, así como en El Financiero, El Occidental y otros.
Su novela Devastación obtuvo Mención Honorífica
en el Concurso Juan Rulfo para Primera Novela convocado por el gobierno de
Tlaxcala en 1998 y en 1999 obtiene el Premio Nacional de Novela Breve Rosario
Castellanos convocado por el gobierno de Chiapas. En 2001 se publica su segunda
novela Quieta bajo el sello Paraíso Perdido. Entre sus libros de
cuentos están Souvenirs, Suite de la duda y La elección de los
fantasmas.
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oct
2004
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