deshoras       


Armando piezas

Aymer Zuluaga


Armando piezas


          Te armo, te imagino por pedazos, parte a parte, formo con tus piezas esquivas la imagen perfecta que me marca el sueño, pero una milésima antes de verte completa, se rompe frágil y debo comenzar de nuevo. Caen revueltos los fragmentos en el suelo, entre hojas y pétalos del jardín del olvido, los separo de nuevo con paciencia y los ensamblo de mil formas, buscando inventar la figura que irrumpa con su magia en acople magistral. Esa metáfora sublime, sin remiendos entre empalmes, que irradiando la luz ámbar ciegue cualquier indiferencia. y en el último suspiro verte fantasía aparecida, aquí, de frente. Y entonces, ver premiado el esfuerzo cuando sea turno de que empieces tú a armarme.




El talón


          Que más podrías, hija de Aquiles, que cantar entre las pulsaciones de tu atrapado corazón, que rogar porque el veneno se riegue entre el bamboleo de mimos y el desfile de vidrios triturados que presientes. Herida estás, de muerte, entregada a que los ríos de savia te desborden en la intoxicación por sobredosis de cobalto, febril esperas que se extienda en tu paisaje aquella pócima que en certera puntería te ha irrigado la saeta enviada. Goza y cántale al oportuno festín de los perniles, que de un solo bocado te ha tragado. De nada vale retirar el dardo que encontró tu débil punto, déjalo volver allí las veces que prefiera; pide que lo lance otra vez, ruega porque encuentre de nuevo esa nota que a vibrar te manda. Clave de sol, que entre acordes te convierte en Mesalina, entrégate toda, déjate pulsar, abre el compás de tus piernas que te convierte en melodía.



Aymer Zuluaga
Envigado, Colombia.

oct
2004