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Yo te cubrí de otoño
en pétalos de poesías
y la naturaleza vistió tus ojos
-suavemente-
Te dibujé en el lienzo de todos mis anhelos
y la noche sin sombras derritió luceros
(eran voces de silencios quebrados en tus lágrimas).
Jamás pude olvidarte
-fueron polvos de ausencias las que en mi se escribieron-
te sostuve en el tiempo anegado de nubes
y amordacé en mi boca
el verbo que fluía removiendo recuerdos
de un amor sin medida.
Te fundí entre mis brazos
-en inviernos sin luna-
y en aquietadas estrellas brillando estremecidas
sollozaron deseos en quebrantos de orgullo
y la luz fue alejando sendas de mi lira.
(Fueron noches de insomnio)
aquellas que en cortinas desgajaban miradas,
no sé cuál fue primero
si aquél sueño arrobado que surgió al encontrarte
o palabras de olvido titilando promesas
-eternamente-
Cirugías en el alma
que separa al cuerpo del reloj de la vida,
solamente un instante
atravesando el umbral de todos los misterios.
Te guardé entre mis versos
-que lloraron tu ausencia-
y en cerrojo de auroras enmudecieron caricias
sabor a despedidas
(una vez más).
Y bebí nuestro olvido
-que borró muchas huellas-
y que en jaulas de besos
aprisionaron cielos.
¿Y tú?
¿Fui para ti el éxtasis de amargos desengaños?
¿La línea imaginaria de eternizado adiós?.
Jamás pude saberlo
y germinó en mi vientre
el fruto inmaculado
de lo que fue tu amor.
Alma Cervantes
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