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Aprieto
el silencio con mis gritos. Aprieto las piernas. Aprieto la voz: los nudos
de las costillas que naufragan de ropa en ropa. Aprieto los pasos contra
las piedras filosas: la sangre se aprieta constantemente, aumentan la presión
de la existencia. Aprieto los párpados contra alfileres que me impiden
cerrarlos. Aumenta la realidad, constantemente aumenta. Los músculos de
la razón se han debilitado. El agua de las córneas se va quedando quieta,
en calma. No hay marea en el cuerpo. Aprieto la tierra contra los puños.
La arena clara desquitándose contra las olas. La tristeza que ahora es
una navaja suplicándome "a partir de cierto punto no hay retorno,
a ese punto se debe llegar". Aprieto el gatillo de la incertidumbre,
aprieto el gallito de balas constantes: velocidades múltiples acechando
el cerebro. Aprieto las imágenes postizas de la boca, los dientes que han
sido extirpados por el tiempo. Hasta aquí la locura no tenía nombre. El
bufón de la discordia se ha hincado y ahí, sólo hasta ahí, ha decidido
apretarse el cuello: apretarle el cuello a la soledad, la cicatriz de la
cirugía cósmica, el inframundo con hedor a pasos huecos y ardientes. He
decidido apretar para siempre las palabras. Entorpecer firmemente los versos
que no sirvan mas que para hacernos llorar. Que Dios ahora venga y me apriete
los muslos, que me diga por qué pasan las cosas. Por qué las flores ahora
son dagas. Por qué dejé de llorar para tomar el gatillo y apretarlo con
fuerza. Por qué dejé de llorar para tomar el gatillo y apretarlo cientos
de veces con fuerza.
Leticia Cortés
Me llamo
Leticia. Me pusieron así porque así se llama mi madre. Nací en Guadalajara un
viernes lluvioso de 1980, el 22 del mes en que el cielo se llena de cometas. Mi
elemento es el fuego. Me llamo Leticia. Significa Alegría. Mi vida se mide antes
y después del silencio. Todo se resume a lo contrario a lo que significa mi
nombre. Tengo grabada la melancolía en los lunares grises de mis ojos. En las
líneas de mis manos está escrita la palabra tristeza. Estoy aquí porque no
encontré otro remedio para curar mi garganta. Porque no tenía otro lugar a dónde
ir. Soy presa de la escritura. Y no me iré, aunque me quieran aventar al vacío,
no me iré. Porque a veces soy más terca que creativa.Me llamo Leticia. A veces
soy poeta y a veces poema. Y no me extrañaría que de repente me quedara sin
movimientos: con la mano estirada hacia un papel que no existe, tratando de
escribir con tinta invisible, un nuevo lenguaje que
respire.
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Dic
2004
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