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Dime si estoy aquí
o dame siquiera de tu lecho el fondo.
A mis manos tu cuerpo,
tierra, colina,
dame el consuelo de la cara tiznada
o la arena en la uñas.
Déjame existir atada a tu desastre,
que te sienta en cada parte.
Dime que aquí es un lugar,
o déjame ser desde abajo
donde son tus ríos heladas montanas,
mi horizonte muerto
que no cesa.
Dime si estoy aquí
o dame un descanso de maleza y lama
o dame siquiera la hierba voraz
de tu fondo recio
pero cierto.
Puerto Quebrado
Si supieras que afuera de la casa,
atado a la orilla del puerto quebrado,
hay un río quemante
como las aceras.
Que cuando toca la tierra
es como un desierto al derrumbarse
y trae hierba encendida
para que ascienda por las paredes,
aunque te des a creer
que el muro perturbado por las enredaderas
es milagro de la humedad
y no de la ceniza del agua.
Si supieras
que el río no es de agua
y no trae barcos
ni maderos,
sólo pequeñas algas
crecidas en el pecho
de hombres dormidos.
Si supieras que ese río corre
y que es como nosotros
o como todo lo que tarde o temprano
tiene que hundirse en la tierra.
Tú no sabes,
pero yo alguna vez lo he visto
hace parte de las cosas
que cuando se están yendo
parece que se quedan. |
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