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Me despido con la cerveza quemada por los ojos sin consuelo de mi hermano,
por una congoja, una hilera de terregales friccionándose en la punta de los dedos.
Apenas me voy, hermano, y ya lo sé: caminarás igual la mañana acabándote
el día y la noche
en las nalgas de mujeres atribuladas y predispuestas,
en el ansia de ser siempre extranjero en un adonde que lo has hecho tuyo para no durar
encima de las calles
-aunque tuyas-: debajo de las calles males vueltas sales,
embarcaciones en
una Harley por un desierto estancado entre el cielo,
por
esta infancia tuya -y tienes 42- resuelta a empellones en tus huesos.
¡Qué escritura tan falla!
Viví mi sangre en tu sangre, nuestros intestinos en la borrachera gula de resolvernos.
Boca de finis terra,
la noche que ni a
tomografía de soledades le fuimos en Cabo San Lucas:
Bares bares Caballo
Loco, barres bares en los belfos de los hielos.
¡Qué herida la escritura!
que salí con un rostro rojo de máscara ebria que me desconozco, siendo como soy:
Farewell Cabo San Lucas, farewell, por guárdanos en la mala noche de tus caireles:
del Squid Roe a la Mélida cerveza en alta noche hasta la Taco Fiesta Tanga Tanga.
Vivos
-Tú aquí tan aquí porque tu padre te dio un cierto coraje que no basta y abochorna-
-Yo allá más allá, lleno de palabras dulces más dulces que el agua choncha y bofa-
Necio es tu coraje, jugador hermano, la nada que te agita el testimonio de que vives;
de que encuentras tocando la carta recia del destino, e inocente, más animal de piedra
te conviertes en
desalojo, arcada del desierto, en el jale de saberte perdido
nomás porque eres un ebrio de arenas y un fracaso para quienes tienen los ojos gordos.
Ya no hay más jugadas sin el desierto de saber que esto no es literatura de oficio
sino testimonio de que el destino te ha jugado malos bastos con la mano del desconocido.
Me quedo en uno, disperso porque fui extranjero.
Te quedas en dos, extranjero pero tan propio por tu necio proceder.
Farewell, Cabo San Lucas, farewell por mi hermano que se te queda:
por el trafagar escénico
de tus calles, vago aguárdamelo.
Farewell, Cabo San Lucas, farewell, aguárdamelo por si no te vuelvo a ver.
A mi hermano Manuel
que, en desalojo, huye en su Harley por calles y carreteras de Cabo San Lucas
Aeropuerto de San José del Cabo
22 de octubre de 2007. |
Miguel Reinoso
Guadalajara, México. 1957.
Maestro para el sustento y sus afectos de mal vivir: leer y escribir poesía, escuchar música, vagar en las altas horas de la noche para encontrar por encontrar entre barras y calles, entre hielos y gente. Ha obtenido el premio de poesía “Alí Chumacero” 1998, que otorga la Fundación Álica, de Tépic, Nayarit; y el Premio Tijuana de Poesía 2002. Tiene publicados los poemarios “Telubrio” y “El hombre de los faros”. Ha participado en revistas culturales como Transhumancia, Juglares y Alarifes, Luvina, Novun, La Tarea; fue antologado en “Estela por el olvido”, ha participado en revista eletrónicas como Argos, Cafe express, Caja de Letras, y otras. Estudió en la Normal Superior de Jalisco, es egresado de la licenciatura en Letras, de la Maestría en Literaturas del Siglo XX, ambas por la U. de G.
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Nov
2007 |