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De mar vengo
a mar quiero.
Pienso en mis arrumacos y en sus zalamerías.
Acogiéndonos
me incoa el desequilibrio.
Ella es negra, no la inmejorable
pero me familiza y la vivo.
Ella es negra, no la prestigiosa
pero la propicio y me hace uno de sus hijos.
Cuando me traspasa su temperatura
en recogimiento cazaesperma,
corro a desbordarme amigo loco de su espíritu.
Y si me abraza hasta el recoleto instante,
entonces defiendo
al paraíso, el cielo, mar,
el agua de la vida, la sal,
como lo mismo.
Fej Delvahe
Soy teólogo por la Universidad de Salamanca (España), escritor como cualquiera
y en la actualidad estoy trabajando como emigrante docente en República
Dominicana —por supuesto, algo subrepticio, para que no me quiten el poquito
espacio eclesial que aún me queda donde poder ganarme la sobrevivencia
diaria—.
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Nov
2007 |