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Me dan miedo esas grandes palabras
que nos hacen tan infelices.
James Joyce
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El fenómeno que plantea el autor de Retrato del artista adolescente y Ulises, es difícil de precisar. Hay quién cuenta la historia de la literatura universal hasta Joyce, y después de Joyce. Ulises está considerada como la novela más importante del siglo XX. Ni sus propios detractores niegan la profunda impronta que señaló su aparición. Tanto es así que, incluso aquellos escritores que no la han leído, vienen influenciados por su nuevo sello. Joyce es, sin discusión, el novelista más original del siglo XX. Su obra literaria, quizás más que ninguna, es el exponente más alto de la renovación narrativa operada en el pasado siglo.
James Augustine Aloysius Joyce nace en Dublín el 2 de febrero de
1882 y fallece 13 de enero de 1941en una clínica de Zurich. Miembro de
una tradicional familia católica acomodada, desde muy niño permanece internado
en un colegio regentado por los jesuitas, en el que recibió una esmerada
educación, completada posteriormente en la Universidad de Dublín, donde
cursa estudios de Filosofía. En relación con su alejamiento de la religión,
Harry Levin, dice: “Que perdió su religión, pero conservó sus categorías”.
En 1902, con el pretexto de estudiar medicina, se traslada a París. En
1903 vuelve a Dublín para asistir a su madre enferma de cáncer. Empieza
pronto a escribir y a colaborar en la prensa dublinés. De 1905 a 1915 vive
en Trieste, con sus compañera Nora Barnacle, donde se gana la vida enseñando
inglés en la Escuela Berlitz. Durante los años de la primera guerra mundial
reside en Zurich. A partir de 1920 vive en París, con penurias económicas,
problemas de salud y desgracias familiares –una de sus hijas padece una
aguda equizofrenia-. A lo largo de su vida errabunda y llena de penurias
económicas, tuvo relación con numerosos escriores de la época (Svevo, Pound,
Aragon, Eluard, Beckett, Hemingway, Eliot, Fitzgerald, Yeats, Ibsen, entre
otros). El comienzo de la Segunda Guerra Mundial con la entrada de los
nazis en París acrecentaron su crisis. Se trasladó de nuevo a Zurich, donde
al poco tiempo le diagnosticaron una úlcera de duodeno. James Joyce murió
durante una operación de peritonitis.
Joyce empezó escribiendo poesía (Música de cámara, 1907; Poemas manzanas, 1927), y escribió también una obra teatral (Exiliados, 1918) influido por Ibsen. Su producción narrativa se inicia con el libro de cuentos Dublineses (1914), comprendido por quince relatos en los que refleja la vida insulsa y ambiente provinciano de la capital irlandesa –la ciudad de Dublín será un motivo constante en sus escritos-; la sumisión al ambiente, la rebelión inútil y la consiguiente frustración son las notas características del libro, Retrato del artista adolescente (1916) y el fragmento Esteban, el héroe (1944) –publicado póstumamente- son relatos biográficos, en los que asistimos a los avatares de la educación del protagonista, Stephen Dedalus –trasunto del autor-, a sus inquietudes y a su crisis religiosa, que le llevan a abandonar el catolicismo, y a sus aspiraciones esteticistas. La gran obra de Joyce –y de la narrativa del siglo XX- llega con la aparición del Ulises, empezada a publicar por entregas en 1918 y completamente en 1922. La novela, cuya acción externa no llega a abarcar las veinticuatro horas del día, tiene como protagonista principales al joven Stephen Dedalus, al agente de publicidad Leopold Bloom y a la mujer de éste Molly Bloom. Se desarrolla en tres planos: la vida cotidiana de Dublín, los análisis introspectivos de los protagonistas -a los que se suman otros personajes, vistos directamente o desde las perspectiva de aquéllos- y sus disquisiciones y reflexiones sobre diferentes problemas sociales, religiosos e intelectuales. El título de la novela responde a la traslación irónica y aun paródica de la estructura de la epopeya homérica La Odisea a la novela de Joyce, con unos personajes, un escenario y una época diferentes, de suerte que Leopold Bloom, hombre frustrado socialmente y engañado por su mujer, encarna a Ulises, Molly Bloom, mujer de intensa vida erótica y ardiente en sensualidad, a Penélope y Stephen Dedalus, trasunto del autor, a Telémaco. En la aventura vital de los personajes, Joyce pone al descubierto, descarnadamente, los problemas, vicios y debilidades del hombre y del mundo contemporáneo, cayendo con frecuencia en la inmoralidad y en la irreverencia religiosa. El autor, en su aguda y laberíntica exploración, deja al desnudo el alma humana. Todo ello contribuyó a que la novela fuese prohibida durante algunos años en países de tradición puritana como Inglaterra y los Estados Unidos. El interés del asunto viene dado en gran parte por la riqueza técnica de la novela. El empleo del contrapunto, la utilización magistral del monólogo interior o “corriente de conciencia”, los diversos enfoques narrativos, la parodia literaria, el protagonismo del lenguaje –distorsiones sintácticas, neologismos, empleo de palabras extranjeras, deformaciones léxicas- hacen de esta novela compleja una obra alucinante, profunda y revolucionaria, situándose en un puesto culminante de la narrativa universal. Esta complejidad técnica y lingüística se dispara en sus última novela Finnegans Wake (1939), obra oscura y de difícil interpretación: Y como dijo nuestro dilecto escritor: “Los errores son los umbrales del descubrimiento”.
Francisco Arias Solis
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Nov
2007 |