#45     


Correspondencia de Fernando Pessoa

Daniel Orizaga Doguim (Nota introductoria y traducción)


 Presentamos a continuación dos cartas del poeta Fernando Pessoa que hasta el momento se habían mantenido como inéditas en lengua española. La primera proviene de la edición de María Aliete Galhoz, Teresa Sobral de Cunha y Jacinto Do Prado Coelho del Livro do desassossego en la impresión portuguesa de Ática en 1982. El texto siguiente fue tomado de Cartas de amor de Fernando Pessoa, al cuidado de David Mourao-Ferreira y Maria da Graca Queiroz, editado por la misma casa en 1978.

 "Aspectos" busca ser una introducción general a toda su obra, cuando se encontraba en proceso; entre otras cosas, podemos percatarnos que el heterónimo de
El libro del desasosiego cambió su nombre por el de Bernardo Soares. Sin embargo, la concepción del propio Pessoa sobre su trabajo poético está ya en este texto. Sobre la carta a Ophelina, la señora Ophélia Queiroz y también tía del poeta Carlos Queiroz, habría que señalar que forma parte de un conjunto que cartas que en dos fases, entre el 1 de marzo al 29 de noviembre de 1920 y del 11 de septiembre al 11 de enero de 1929, recibió cuando era la novia de Pessoa. La mayoría de ellas responden a lo que Álvaro de Campos, heterónimo y enemigo de Ophelina, dijera en un célebre poema:

                                     Todas las cartas de amor son
                                     ridículas
                                     No serían cartas de amor si no fueran
                                     Ridículas

 Baste la muestra que hemos elegido para captar por lo menos el tono de la escritura íntima y personal del poeta, acaso (digna) autoría de otro heterónimo.




De la correspondencia a Armando Cortés Rodríguez

"Aspectos"

La obra compleja, cuyo primer volumen es éste, es de sustancia dramática escrita en forma diversa - aquí con partes en prosa, y en otros libros como poemas o de filosofía.
… … … … … …

A cada personalidad mas -, que el autor de estos libros, consiguió vivir dentro de sí, --- le dio una índole expresiva, e hizo de esa personalidad un autor con un libro, o libros, con las ideas, las emociones y el arte de los cuales, él, el autor real (o por ventura aparente, porque no sabemos lo que la realidad sea), nada tiene, salvo el haber sido, al escribirlas, el médium de las figuras que él mismo creó.

Ni esta obra, ni las que le seguirán tienen nada que ver con quien las escribe. Ni concuerda con lo que en ellas viene escrito, ni discrepa. Escribe como si le fuera dictado; y, como si le fuera dictado por quien fuera su amigo, y que con razón le pidiera que escribiera lo que dicta, encuentra interesante - nada más que por amistad- lo que, dictado, va escribiendo.

El autor humano de estos libros no conoce en sí mismo ninguna personalidad. Cuando acaso siente una personalidad emerger dentro de sí, pronto se ve que es un ente diferente de lo que es él, aunque parecido; hijo mental, tal vez, y con otras cualidades heredas, aunque con las diferencias de ser otro.
… … … … … … …

Estos libros serán los siguientes, por lo pronto: primero, este volumen, El libro del desasosiego, escrito por quien se dice llamar Vicente Guedes; después El cuidador de rebaños y otros poemas y fragmentos del (también, y del mismo modo, fallecido) Alberto Caeiro, que nació cerca de Lisboa en 1889 y murió donde naciera en 1915. Si me dijeran que es absurdo hablar así de quien nunca existió, respondo que tampoco tengo pruebas de que Lisboa haya existido alguna vez, o yo, que estoy escribiendo, o cualquier otra cosa.

… … … … … …

Con tal falta de literatura, como ocurre hoy, ¿qué puede hacer un hombre de genio hacer sino convertirse, él mismo, en una literatura?


Sin fecha; posterior a 1915


De la correspondencia a Ophélia Queiroz

Pequeña Ophelinha:

Como no quiero que diga que no le escribí, por efectivamente no haberlo hecho, lo estoy haciendo ahora. No será una línea, como le prometí, aunque no serán muchas. Estoy enfermo, principalmente por causa de una serie de preocupaciones y disgustos que tuve ayer. Se no me quiere creer que estoy enfermo, evidentemente no lo hará. Pero pido el favor de no decirme que no me cree. Suficiente es con estar enfermo; no es necesario que venga a dudar de eso, o a pedirme cuentas de mi salud como si estuviera enfermo por mi voluntad, o si tuviera la obligación de rendir cuentas a alguien sobre cualquier cosa.

Lo que le dije de ir para Cascaes (Cascaes quiere decir un punto fuera de Lisboa, aunque cercano, y puede querer decir Cintra o Caxias) es rigurosamente verdad: verdad, por lo menos, en lo que respecta a la intención. Llegué a la edad en la que se tiene el pleno dominio de las cualidades propias, y la inteligencia alcanzó la fuerza y la destreza que puede tener. Es entonces la ocasión de realizar mi obra literaria, completando unas cosas, agrupando otras, escribiendo otras que están por escribir. Para realizar esa obra, necesito de sosiego y un cierto aislamiento. No puedo trabajar, infelizmente, abandonar las oficinas donde trabajo (no puedo, obviamente, porque no tengo otras entradas), pero puedo, reservando el trabajo de esas oficinas dos días de la semana (miércoles y sábados), de tener para mí los cinco días restantes. De ahí la célebre historia de Cascaes.

Toda mi vida futura depende de que pueda o no hacer esto, y en breve. Por lo demás, mi vida gira en torno de mi obra literaria - buena o mala, como sea, o pueda ser. Todo lo demás en la vida tiene para mí un interés secundario: hay cosas, naturalmente, que estimaría de tener, otras que me importan poco que vengan o no. Es necesario que todos, los que tratan conmigo, se convenzan de que soy así, y que exigirme los sentimientos, además muy dignos, de un hombre vulgar y banal, es como exigirme que tenga ojos azules y cabellos rubios. Y que me traten como si fuera otra persona no es la mejor manera de mantener mi afecto. Es preferible tratar a quien es como sea, y en ese caso es "dirigirse a otra persona" o cualquier frase parecida.

Me gusta mucho -mucho, de verdad- Opelinha. Aprecio mucho -muchísimo- su manera de ser y su carácter. Si me llego a casar, no me casaría sino con usted. Resta saber si el matrimonio, el hogar (o como le quieran llamar) son cosas que se corresponden con mi vida de pensamiento. Lo dudo. Por ahora, y en breve, quiero organizar esa vida de pensamiento y de mi trabajo. Si no la consigo organizar, claro está que nunca pensaré siquiera en casarme. Si la organizo en términos en los que el matrimonio sea un estorbo, es claro que no me casaré. Pero es probable que no sea así. El futuro - y es un futuro próximo - lo dirá.

Aquí está, y es, tal vez, la verdad.

Adiós, Ophelinha. Duerma y coma, sin olvidarse de las verduras.

Su muy delicado,

Fernando.

29/9/1929
Domingo



Daniel Orizaga Doguim
Tampico, Tamaulipas. México. 1983.
Licenciado en Español por la Universidad Autónoma de Querétaro y profesor de portugués. Es beneficiario de una beca de Formación Artística otorgada por el Instituto de la Cultura y las Artes de Querétaro.


Nov
2007