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Enrique García Díaz

Ficción e historia


 La ficción histórica es un género que suscita controversia entre la crítica debido a la dicotomía de sus componentes: la ficción y la historia. Se trata por tanto de un género híbrido que llega a desconcertar a lectores y a críticos. Pero cuanto más intentamos definir este género más controversia encontramos. Ya que al hablar de un ficción emplazada en el pasado, ¿cuánto tiempo debe el novelista remontarse en este pasa afirmar que está escribiendo una novela histórica?. Walter Scott afirmaba que bastaba con remontarse sesenta años para tener un ficción histórica. Pero, ¿qué ocurre cuando el propio escritor ha vivido esa época y ahora decide narrarla?. Si por lo general el novelista cuenta una historia de la que no ha sido testigo directo, ¿se puede considerar ficción histórica a aquella ficción en la que el novelista estuvo presente?. ¿Qué ocurre si un novelista que conoció las Guerras Mundiales de primera mano decide narrarlas? Tal vez los lectores de hoy en día podamos considerarla como tal ya que no hemos vivido esa época, pero en el caso de alguien que viviera esas experiencias de primera mano, ¿sería una novela histórica?. Si tenemos en cuenta que por lo general esta clase de ficción requiere una investigación previa a su composición más que a las propias experiencias vividas entonces este ejemplo no sería incluido dentro de la categoría de novela histórica.

 La ficción histórica puede ser considerada como una variante de la novela, aunque también se la puede catalogar como un subgénero de la propia Historia, pese a que esto no guste a los historiadores. Ésta se diferencia del resto de géneros novelísticos en que su trama esta basada en una realidad histórica extraída de la propia Historiografía. La ficción histórica se ha convertido en el vehículo para la difusión por excelencia de la Historia. Y mientras que esta última siempre se halla en busca de la verdad, la ficción altera, cambia, o modifica aquellos datos o aspectos de la Historia que no encajan en su propia concepción de la misma. Pero igualmente transporta al lector al pasado para dar su propia visión o versión de esa verdad histórica que no se encuentra en la Historiografía. La Historia es una sucesión de acontecimientos documentados y presentados como reales. Mientras que la novela es ficción, la Historia es la exposición imparcial y objetiva de una verdad. La verdad histórica se transmite de manera indirecta a través de la sociedad descrita en la ficción. Ésta ilustra las formas en las que es generada la Historia, y las formas que toma en la propia mente del lector. Este último interpreta y crea su propia verdad histórica a la hora de leer lo expuesto ante él. La Historia es algo que se puede verificar, mientras que la ficción dependerá del grado de credibilidad que le otorgue el propio lector.

 El novelista, cuya herramienta de trabajo es la ficción, que surge de su propia imaginación, tiene el derecho o la licencia para disponer de ella a su propia voluntad y dotarla de aquellos rasgos de los que carecen los libros o manuales de Historia. Por eso, el escritor inventa con sentido una serie de hechos o personajes que bien podrían aparecer en la Historiografía. Juega con el pasado y el presente, o con un futuro probable e imaginario y lo convierte en ficción. Al mismo tiempo elige la mejor manera posible para describir la vida cotidiana de la sociedad de ese período histórico. Es más audaz que el historiador, aunque tenga que recurrir a la propia Historia para explicar una determinado acontecimiento, y siempre lo hará desde la ficción que brota de su imaginación. El papel del novelista consiste en buscar que los elementos significativos que utiliza vayan cargando de intensidad el relato, para que encuentre su sentido. Además el propio novelista es, a su modo, un investigador de la propia Historia, pues debe empaparse de ésta para dar creación a su novela, lo que lo convierte en uno de sus principales cometidos: el tratamiento de los fondos históricos, y su incorporación a la misma. Y cuanto más se adentra en la historia más datos conoce y más cosas tiene que contar. De esta investigación desechará todo aquello que no sea compatible con la ficción que él pretende llevar a cabo, dando así lugar a una Historia ficticia.

 Y es aquí cuando surge el verdadero problema. En el momento en el que los historiadores no se muestran de acuerdo con la versión que el escritor da de un marco histórico, o de unos hechos determinados. Cuando el punto de vista del escritor difiere del que tiene el historiador, o del de la Historiografía. Pero, ¿por qué no puede aceptarse esa "visión ficticia" de la historia?. Ya he comentado que el novelista fabula la Historia en su propio beneficio creando así su propia versión de una época determinada, la cual no tiene porqué concordar exactamente con la versión historiográfica, pero que puede valer igualmente. Esa ficción histórica puede ser una variante perfectamente válida del período retratado en la novela, y que se ha alterado porque tal vez la versión de la Historiografía no sea la más idónea para la novela. El historiador busca dar un sentido determinado a los sucesos y aspectos de la vida que selecciona. Pero en definitiva ambos, el novelista y el historiador, se limitan a contar el pasado desde diversas perspectivas. Uno lo hace basándose en la ficción mientras el otro lo hace desde la verdad histórica.

 Tal vez uno de los mayores problemas surge cuando la ficción supera la Historia, y el lector prefiere la literatura a la Historiografía. El reclamo del público lector se inclina más hacia la ficción porque ésta le permite evadirse de la vida cotidiana de una manera relajada. El lector en muchas ocasiones es un desconocedor de los hechos históricos narrados por el escritor, y cuando se acerca a la ficción no lo hace en busca de verdades históricas, sino de ficción; busca una historia que le emocione, que le entretenga o que le permita evadirse del tiempo presente viajando a otra época.

 Y es que la ficción histórica no es sino un producto literario, una lección de Historia, una bella labor para emocionar, conmover y entretener al lector. Además es un género popular de gran aceptación entre el público lector llena los kioscos y las librerías con ediciones de bolsillo adaptadas al bolsillo del lector. La fórmula es sencilla: se toman las crónicas históricas o los resúmenes elaborados en diferentes épocas por los historiadores y se cuentan de nuevo de una manera más sencilla para que todo el mundo pueda entenderlo. Se emplean diálogos repetitivos, llenos de tópicos, ciertos toques románticos y pasiones bastante parejas a las de hoy en día. Recientemente este tipo de ficción introduce alguna que otra escena subida de tono para añadir algo de pasión, y por así decirlo, enganchar al lector y mantenerlo pegado a la trama. No es una novela sino una historia novelada. La novela histórico-romántica que no deja de ser otra rama que se ha derivado de la propia ficción histórica, y en la que predomina el romance entre los protagonistas dentro de un marco histórico tomado de la Historiografía (guerras de la independencia escocesas; la conquista normanda de Inglaterra, o las rebeliones jacobitas son algunos ejemplos). Pero que en este caso no son sino el reflejo de la sociedad actual llevada al pasado. Y tal vez ese reflejo sea lo que las convierte en auténticos best-sellers. El fin último de la ficción histórica es entretener a los lectores y para ello cualquier manipulación es admisible. Pero en ese entretenimiento el novelista debe ser cuidadoso y no proporcionar demasiados elementos históricos que oscurezcan la trama ficticia. Es entonces cuando la ficción histórica corre el riesgo de la saturación de "información histórica" que llegue a aburrir al lector. Siempre se corre el riesgo de ahogar la acción novelesca y de abrumar al lector con un exceso de detalles y pormenores. Es lo que se conoce como novela histórica arqueológica o historia novelada.

 La ficción se limita a exponer a través de medios o recursos literarios el estilo de vida de épocas pasadas que se hallan documentadas por medio de la Historiografía. La ficción histórica se identifica como género por que extrae gran parte de sus contenidos de la Historiografía, esto es, se nutre de personajes y acontecimientos que aparecen en narraciones históricas. La ficción busca reconstruir un mundo o una atmósfera del pasado en el presente. Y al reconstruir esa época pasada la ficción debe establecer cierta concordancia con el período histórico real de tal manera que no se produzcan desajustes espacio temporales, o de hechos históricos como sucede en las novelas de Walter Scott. Ahora bien los elementos que la ficción toma de la Historiografía no son, meras citas, o un decorado añadido del que podemos prescindir, sino ingredientes necesarios y determinantes de la conformación temática, estructural y pragmática e incluso estilística de este género. Y sigue comentando que estos elementos se llegan a incorporar a la trama novelística sin ningún tipo de modificación en los aspectos establecidos por la propia versión Historiográfica de la que proceden.

 En lo referente a la creación de personajes históricos ficticios la ficción ayuda a construir una barrera entre ésta y la Historia, o entre lo verdadero y lo falso, al mismo tiempo que esa barrera se traspasa. Y sostiene que la ficción histórica surgió cuando la división entre ficción e Historia ya se había establecido, y además contribuyó en gran medida a fomentar dicha división. Por ello la ficción se ha ido separando de la Historia gradualmente, ya que mientras la primera surge de la invención del escritor, la segunda es un estudio pormenorizado de la misma. Y es esta división la que fomenta que existan dos versiones para una misma época: la historia ficticia y la historia real. El proceso del historiador al acercarse a un personaje histórico y el del novelista que recrea a ese mismo personaje pueden ser muy semejantes; por el contrario, la metodología, la finalidad y los resultados suelen diferir. Resumiendo diremos que cualquier personaje histórico incorporado a la trama se vuelve tan ficticio como cualquiera de los demás personajes inventados. Así en el caso de las Waverley Novels de Walter Scott podemos comprobar como las figuras históricas extraídas de la propia Historiografía no son más que personajes secundarios en la trama novelística. Baste señalar los ejemplos como Rob Roy donde Scott sitúa la personaje histórico en un segundo plano pese a que da el título a la novela. En Waverley el príncipe Charles Edward Stuart está oscurecido por Edward Waverley y Fergus McIvor; en Woodstock, Scott llega a ridiculizar en algunas escenas el personaje histórico de Oliver Cromwell. Y en estos casos el peso de la acción recae en personajes secundarios que bien podrían ser considerados como históricos. Piénsese en los Cedric, Locksley, Waverley, Fergus McIvor, Francis Osbaldistone entre otros muchos que pueblan las Waverley Novels. Pero en esa creación del personaje histórico ficticio el novelista tomará aquellos rasgos que más se adapten a la trama de su novela y desechará todos aquellos que no concuerden con su idea. Por otra parte dotará a ese personaje de algunos retoques ficticios para engrandecer su labor o sus hechos. Y en algunos casos puede llegar a hacerlo comportarse de manera diferente a como lo ha hecho según la Historiografía.

 Para concluir esta exposición general en torno a la ficción y a la Historia diremos que la definición de este género es bastante amplia y da cabida a numerosas variantes. Por otro lado debemos ser conscientes de que esta clase e ficción es precisamente ficción que surge de la creación imaginativa del propio novelista; y que por ello tratará a la Historia de acuerdo con su concepción de la novela. Modificará aquellos aspectos de la Historiografía que no le convenzan con el fin de realzar la trama. Por otra parte la ficción histórica es un género que siempre repite modelos y patrones establecidos de ante mano, pero gustan y atraen a lo lectores tal vez por la simplicidad de su esquema argumentativo. Hoy en día el género de la ficción histórica abunda y lo encontramos por todas partes como ya hemos señalado: desde los kioscos, donde hay numerosas colecciones de ficción histórica en todas sus vertientes (histórico-romántica; misterio, policíaca...). En cualquier caso la ficción histórica no deja de ser literatura más o menos correcta, y sin duda es uno de los géneros que más se cultiva, más se publica y más se lee.

 Para terminar traigo aquí las palabras del escritor italiano Manzoni para quien la síntesis entre la Historia y la ficción no sólo no es imposible alcanzarla, sino que, en el caso hipotético de lograrlo, resultaría irrelevante.


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Enrique García Díaz
Salamanca, España. 1974.
Me licencié en Filología inglesa por la Universidad de Salamanca (2002) y posteriormente me doctoré (2007) especializándome en la novela histórica inglesa y en la obra de Walter Scott. Debido a este interés por la novela histórica ha surgido mi afición a escribir romance histórico del cual he escrito diez novelas. He trabajado en el campo de la traducción durante seis años. En la actualidad compagino mi labor docente, en un centro de formación, con la investigación y la creación literaria.