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La ficción histórica es un género que suscita controversia entre
la crítica debido a la dicotomía de sus componentes: la ficción y la historia.
Se trata por tanto de un género híbrido que llega a desconcertar a lectores
y a críticos. Pero cuanto más intentamos definir este género más controversia
encontramos. Ya que al hablar de un ficción emplazada en el pasado, ¿cuánto
tiempo debe el novelista remontarse en este pasa afirmar que está escribiendo
una novela histórica?. Walter Scott afirmaba que bastaba con remontarse
sesenta años para tener un ficción histórica. Pero, ¿qué ocurre cuando
el propio escritor ha vivido esa época y ahora decide narrarla?. Si por
lo general el novelista cuenta una historia de la que no ha sido testigo
directo, ¿se puede considerar ficción histórica a aquella ficción en la
que el novelista estuvo presente?. ¿Qué ocurre si un novelista que conoció
las Guerras Mundiales de primera mano decide narrarlas? Tal vez los lectores
de hoy en día podamos considerarla como tal ya que no hemos vivido esa
época, pero en el caso de alguien que viviera esas experiencias de primera
mano, ¿sería una novela histórica?. Si tenemos en cuenta que por lo general
esta clase de ficción requiere una investigación previa a su composición
más que a las propias experiencias vividas entonces este ejemplo no sería
incluido dentro de la categoría de novela histórica.
La ficción histórica puede ser considerada como una variante de la
novela, aunque también se la puede catalogar como un subgénero de la propia
Historia, pese a que esto no guste a los historiadores. Ésta se diferencia
del resto de géneros novelísticos en que su trama esta basada en una realidad
histórica extraída de la propia Historiografía. La ficción histórica se
ha convertido en el vehículo para la difusión por excelencia de la Historia.
Y mientras que esta última siempre se halla en busca de la verdad, la ficción
altera, cambia, o modifica aquellos datos o aspectos de la Historia que
no encajan en su propia concepción de la misma. Pero igualmente transporta
al lector al pasado para dar su propia visión o versión de esa verdad histórica
que no se encuentra en la Historiografía. La Historia es una sucesión de
acontecimientos documentados y presentados como reales. Mientras que la
novela es ficción, la Historia es la exposición imparcial y objetiva de
una verdad. La verdad histórica se transmite de manera indirecta a través
de la sociedad descrita en la ficción. Ésta ilustra las formas en las que
es generada la Historia, y las formas que toma en la propia mente del lector.
Este último interpreta y crea su propia verdad histórica a la hora de leer
lo expuesto ante él. La Historia es algo que se puede verificar, mientras
que la ficción dependerá del grado de credibilidad que le otorgue el propio
lector.
El novelista, cuya herramienta de trabajo es la ficción, que surge
de su propia imaginación, tiene el derecho o la licencia para disponer
de ella a su propia voluntad y dotarla de aquellos rasgos de los que carecen
los libros o manuales de Historia. Por eso, el escritor inventa con sentido
una serie de hechos o personajes que bien podrían aparecer en la Historiografía.
Juega con el pasado y el presente, o con un futuro probable e imaginario
y lo convierte en ficción. Al mismo tiempo elige la mejor manera posible
para describir la vida cotidiana de la sociedad de ese período histórico.
Es más audaz que el historiador, aunque tenga que recurrir a la propia
Historia para explicar una determinado acontecimiento, y siempre lo hará
desde la ficción que brota de su imaginación. El papel del novelista consiste
en buscar que los elementos significativos que utiliza vayan cargando de
intensidad el relato, para que encuentre su sentido. Además el propio novelista
es, a su modo, un investigador de la propia Historia, pues debe empaparse
de ésta para dar creación a su novela, lo que lo convierte en uno de sus
principales cometidos: el tratamiento de los fondos históricos, y su incorporación
a la misma. Y cuanto más se adentra en la historia más datos conoce y más
cosas tiene que contar. De esta investigación desechará todo aquello que
no sea compatible con la ficción que él pretende llevar a cabo, dando así
lugar a una Historia ficticia.
Y es aquí cuando surge el verdadero problema. En el momento en el
que los historiadores no se muestran de acuerdo con la versión que el escritor
da de un marco histórico, o de unos hechos determinados. Cuando el punto
de vista del escritor difiere del que tiene el historiador, o del de la
Historiografía. Pero, ¿por qué no puede aceptarse esa "visión ficticia"
de la historia?. Ya he comentado que el novelista fabula la Historia en
su propio beneficio creando así su propia versión de una época determinada,
la cual no tiene porqué concordar exactamente con la versión historiográfica,
pero que puede valer igualmente. Esa ficción histórica puede ser una variante
perfectamente válida del período retratado en la novela, y que se ha alterado
porque tal vez la versión de la Historiografía no sea la más idónea para
la novela. El historiador busca dar un sentido determinado a los sucesos
y aspectos de la vida que selecciona. Pero en definitiva ambos, el novelista
y el historiador, se limitan a contar el pasado desde diversas perspectivas.
Uno lo hace basándose en la ficción mientras el otro lo hace desde la verdad
histórica.
Tal vez uno de los mayores problemas surge cuando la ficción supera
la Historia, y el lector prefiere la literatura a la Historiografía. El
reclamo del público lector se inclina más hacia la ficción porque ésta
le permite evadirse de la vida cotidiana de una manera relajada. El lector
en muchas ocasiones es un desconocedor de los hechos históricos narrados
por el escritor, y cuando se acerca a la ficción no lo hace en busca de
verdades históricas, sino de ficción; busca una historia que le emocione,
que le entretenga o que le permita evadirse del tiempo presente viajando
a otra época.
Y es que la ficción histórica no es sino un producto literario, una
lección de Historia, una bella labor para emocionar, conmover y entretener
al lector. Además es un género popular de gran aceptación entre el público
lector llena los kioscos y las librerías con ediciones de bolsillo adaptadas
al bolsillo del lector. La fórmula es sencilla: se toman las crónicas históricas
o los resúmenes elaborados en diferentes épocas por los historiadores y
se cuentan de nuevo de una manera más sencilla para que todo el mundo pueda
entenderlo. Se emplean diálogos repetitivos, llenos de tópicos, ciertos
toques románticos y pasiones bastante parejas a las de hoy en día. Recientemente
este tipo de ficción introduce alguna que otra escena subida de tono para
añadir algo de pasión, y por así decirlo, enganchar al lector y mantenerlo
pegado a la trama. No es una novela sino una historia novelada. La novela
histórico-romántica que no deja de ser otra rama que se ha derivado de
la propia ficción histórica, y en la que predomina el romance entre los
protagonistas dentro de un marco histórico tomado de la Historiografía
(guerras de la independencia escocesas; la conquista normanda de Inglaterra,
o las rebeliones jacobitas son algunos ejemplos). Pero que en este caso
no son sino el reflejo de la sociedad actual llevada al pasado. Y tal vez
ese reflejo sea lo que las convierte en auténticos best-sellers. El fin
último de la ficción histórica es entretener a los lectores y para ello
cualquier manipulación es admisible. Pero en ese entretenimiento el novelista
debe ser cuidadoso y no proporcionar demasiados elementos históricos que
oscurezcan la trama ficticia. Es entonces cuando la ficción histórica corre
el riesgo de la saturación de "información histórica" que llegue
a aburrir al lector. Siempre se corre el riesgo de ahogar la acción novelesca
y de abrumar al lector con un exceso de detalles y pormenores. Es lo que
se conoce como novela histórica arqueológica o historia novelada.
La ficción se limita a exponer a través de medios o recursos literarios
el estilo de vida de épocas pasadas que se hallan documentadas por medio
de la Historiografía. La ficción histórica se identifica como género por
que extrae gran parte de sus contenidos de la Historiografía, esto es,
se nutre de personajes y acontecimientos que aparecen en narraciones históricas.
La ficción busca reconstruir un mundo o una atmósfera del pasado en el
presente. Y al reconstruir esa época pasada la ficción debe establecer
cierta concordancia con el período histórico real de tal manera que no
se produzcan desajustes espacio temporales, o de hechos históricos como
sucede en las novelas de Walter Scott. Ahora bien los elementos que la
ficción toma de la Historiografía no son, meras citas, o un decorado añadido
del que podemos prescindir, sino ingredientes necesarios y determinantes
de la conformación temática, estructural y pragmática e incluso estilística
de este género. Y sigue comentando que estos elementos se llegan a incorporar
a la trama novelística sin ningún tipo de modificación en los aspectos
establecidos por la propia versión Historiográfica de la que proceden.
En lo referente a la creación de personajes históricos ficticios
la ficción ayuda a construir una barrera entre ésta y la Historia, o entre
lo verdadero y lo falso, al mismo tiempo que esa barrera se traspasa. Y
sostiene que la ficción histórica surgió cuando la división entre ficción
e Historia ya se había establecido, y además contribuyó en gran medida
a fomentar dicha división. Por ello la ficción se ha ido separando de la
Historia gradualmente, ya que mientras la primera surge de la invención
del escritor, la segunda es un estudio pormenorizado de la misma. Y es
esta división la que fomenta que existan dos versiones para una misma época:
la historia ficticia y la historia real. El proceso del historiador al
acercarse a un personaje histórico y el del novelista que recrea a ese
mismo personaje pueden ser muy semejantes; por el contrario, la metodología,
la finalidad y los resultados suelen diferir. Resumiendo diremos que cualquier
personaje histórico incorporado a la trama se vuelve tan ficticio como
cualquiera de los demás personajes inventados. Así en el caso de las Waverley
Novels de Walter Scott podemos comprobar como las figuras históricas extraídas
de la propia Historiografía no son más que personajes secundarios en la
trama novelística. Baste señalar los ejemplos como Rob Roy donde Scott
sitúa la personaje histórico en un segundo plano pese a que da el título
a la novela. En Waverley el príncipe Charles Edward Stuart está oscurecido
por Edward Waverley y Fergus McIvor; en Woodstock, Scott llega a ridiculizar
en algunas escenas el personaje histórico de Oliver Cromwell. Y en estos
casos el peso de la acción recae en personajes secundarios que bien podrían
ser considerados como históricos. Piénsese en los Cedric, Locksley, Waverley,
Fergus McIvor, Francis Osbaldistone entre otros muchos que pueblan las
Waverley Novels. Pero en esa creación del personaje histórico ficticio
el novelista tomará aquellos rasgos que más se adapten a la trama de su
novela y desechará todos aquellos que no concuerden con su idea. Por otra
parte dotará a ese personaje de algunos retoques ficticios para engrandecer
su labor o sus hechos. Y en algunos casos puede llegar a hacerlo comportarse
de manera diferente a como lo ha hecho según la Historiografía.
Para concluir esta exposición general en torno a la ficción y a la
Historia diremos que la definición de este género es bastante amplia y
da cabida a numerosas variantes. Por otro lado debemos ser conscientes
de que esta clase e ficción es precisamente ficción que surge de la creación
imaginativa del propio novelista; y que por ello tratará a la Historia
de acuerdo con su concepción de la novela. Modificará aquellos aspectos
de la Historiografía que no le convenzan con el fin de realzar la trama.
Por otra parte la ficción histórica es un género que siempre repite modelos
y patrones establecidos de ante mano, pero gustan y atraen a lo lectores
tal vez por la simplicidad de su esquema argumentativo. Hoy en día el género
de la ficción histórica abunda y lo encontramos por todas partes como ya
hemos señalado: desde los kioscos, donde hay numerosas colecciones de ficción
histórica en todas sus vertientes (histórico-romántica; misterio, policíaca...).
En cualquier caso la ficción histórica no deja de ser literatura más o
menos correcta, y sin duda es uno de los géneros que más se cultiva, más
se publica y más se lee.
Para terminar traigo aquí las palabras del escritor italiano Manzoni
para quien la síntesis entre la Historia y la ficción no sólo no es imposible
alcanzarla, sino que, en el caso hipotético de lograrlo, resultaría irrelevante.
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Enrique García Díaz
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Me licencié en Filología inglesa por la Universidad de Salamanca (2002) y posteriormente me doctoré (2007) especializándome en la novela histórica inglesa y en la obra de Walter Scott. Debido a este interés por la novela histórica ha surgido mi afición a escribir romance histórico del cual he escrito diez novelas. He trabajado en el campo de la traducción durante seis años. En la actualidad compagino mi labor docente, en un centro de formación, con la investigación y la creación literaria.
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