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Nada mueve más que la nostalgia.
María Elena se llamaba; la escuché por primera vez en una conversación
lejana, hablaba de amores, de rumores. Puerto Madero iluminado de noche,
con aquellas plataformas cargueras esperando ansiosas levantarse -- así
estuviste tú bajo la mesa-- esperando entrar a mi habitación sin sueño.
Habló durante unos minutos y calló, calló para siempre, calló como tumba,
jamás volverá a hablarte ó a mi. Se va enojada con su bolsa de mano recargada
sobre su hombro.
Nadie sabe si volverá, así se va cada noche y después, abruptamente, aparece
detrás de mi puerta, esperando, siempre María Elena esperando, esperándome
a mi, esperándote a ti, nunca nadie para sostenerle el espejo mientras
se pone los ojos en la mañana, la boca chueca, un reloj en lugar de su
nariz, y regala la hora, los minutos, los segundos, a ti vagabundo de emociones.
La pugna con sus pies la llevan por caminos sinuosos. Siempre termina en
tus brazos.
María Elena Velázquez Marmolejo Guadalajara, México. 1978.
Master en Administración (Universidad de Guadalajara).
liischerly@hotmail.com.
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