|
|
mitología política argentina
francisco tomas gonzález cabañas
Tal cómo la célebre mitología (estudio de
los mitos) Griega, o la no tan conocida, pero atractiva, mitología Celta,
existe una mitología política. Debemos introducirnos en una breve explicación
u orientación, de que son los mitos y su preponderante incidencia en lo
cotidiano. Encontramos en Roland Barthes, semiólogo (disciplina que se
encarga de los signos y del sentido de lo que se comunica, o la comunicación,
entendiendo que todo lo comunicable o codificable- signos-, requieren de
una interpretación del receptor) destacado del siglo pasado, una profusa
cantidad de información útil en lo concerniente a los mitos.
"El Mito es un habla, un modo de significación.
El mito no se define por el objeto de su mensaje, sino por la forma en
que se lo profiere: sus límites son formales, no sustanciales.
Se pueden concebir mitos muy antiguos, pero no hay mitos eternos. Puesto que la historia humana es la que hace pasar lo real al estado de habla, sólo ella regula la vida y la muerte del lenguaje mítico. Lejana o no, la mitología sólo puede tener fundamento histórico, pues el mito es un habla elegida por la historia: no surge de la naturaleza de las cosas". De tal forma nos alecciona Barthes, y en caso de que sus pedagógicos conceptos no resultaran lo suficientemente claros, intentaremos imprimirle mayor nitidez. Zeus, Minerva, Poseidón y demás personajes de la mitología Griega, jamás existieron, ni tuvieron entidad real. Sin embargo, tuvieron una presencia protagónica en la cultura que los creo. El sólo hecho de nombrarlos ya representaba todo un mensaje para el oportuno receptor. Es decir que la existencia de quienes en realidad no existían, significaba o brindaba, un mensaje solapado o encubierto, que era tomado o interpretado por el destinatario. A tal punto se necesito de lo mitológico, que la conquista de los Romanos, también se dio en el orden mítico. Simplemente se latinizaron los nombres de los dioses y semidioses, para que el nuevo pueblo o la nueva cultura, diera continuidad, bajo una renovación nominal, a los personajes mitológicos que atesoraban los Griegos.
Por intermedio de determinadas imágenes (inventadas,
recreadas, exageradas) o historias fetiches ( leyendas o cuentos ) surge,
siempre desde la forma, lo mítico. El observador, destinatario o receptor,
decodifica estas imágenes, las interpreta, las nutre de sentido. Claro
que las mismas, en forma precedente ya contaban con una carga significativa
previa y consensuada (para los Griegos, Zeus era el dios del olimpo), para
de tal forma cerrar el círculo de la lógica del mito. Un habla que nos
da a entender algo, una historia colectiva, que tácitamente los pertenecientes
a una comunidad, sellamos solapadamente, para que de tanto en tanto se
manifieste y la volvamos a entender del mismo modo, o la modifiquemos o
la transformemos (siempre y cuando nos transformemos culturalmente). Tal
cosa es lo mitológico.
En el mito nos encontramos con un esquema
intrínseco de términos que son puramente formales y se les puede adjudicar
contenidos diferentes. El significante (imagen acústica de orden psíquico),
el significado (concepto) y el signo (relación de concepto e imagen ) o
entidad concreta. Esta tríada constituye el esqueleto formal de cómo esta
constituido el mito. Un ejemplo que nos pueda clarificar los conceptos,
sería más que atinado. Un escritorio, con notables diferencias de las sillas
enfrentadas. La que reposa contra la pared, tiene un respaldo inmenso y
desproporcionado, esta diseñado con un fino y lustrado cuero. En tal sección
hay poca iluminación, pese a un elegante velador. En el otro sector, la
silla es baja, de un material ordinario, y la luz es exagerada.
El significante en nuestro ejemplo, es la
diferencia obvia entre la altura de las sillas, y los contrastes con la
iluminación, el significado es que en un lugar se sienta una persona que
esta por encima de la otra, y que además mantiene un halo de misterio o
de poca claridad. El signo es sencillamente que las personas que por intermedio
del poder (sea material o intelectual), acceden a una posición, siempre
la tratan de señalar por todos los medios. Más si reciben al otro, al que
en ese momento y en esa circunstancia, no tiene el poder que detentan ellos.
La mitología política, desanda un derrotero,
un camino, que se hubo de iniciar en el glorioso regreso de la democracia.
Tanta sangre ridículamente echada a perder, en los años de plomo, transformaron
en tótem a los actores políticos, quiénes recubiertos de este barniz celestial,
fueron construyendo mitos que perduran hasta nuestro días y funcionan cómo
emblemas de nuestra avasallada e indigna condición cultural.
Las viejas y recordadas cajas P.A.N. (Plan
Alimentario Nacional o algo por el estilo) que emanaban de la presidencia
de Alfonsín, si bien eran una versión remozada del mito asistencialista
creado por Perón (con las botellas de sidra con su imagen cómo paradigma)
se constituyeron y constituyen (con el nombre de Plan Trabajar con Menem
y Plan Jefes en la actualidad) en la sólida instauración de un Estado dadivoso(
ni benefactor ni liberal), que se ajusta perfectamente a la idea de una
nación envilecida por los lazos de vasallaje dignos de la época feudal.
Tras la crisis inflacionaria que produjo
el estallido financiero y social de 1989, surgió un principio político,
envestido de ribetes míticos. "No se puede contra el aparato",
el adagio hace referencia a la imposibilidad de que un partido, fuerza,
facción o líder opositor, pueda derrotar en los comicios electorales a
quien represente al oficialismo. Los orígenes de este mito, provienen seguramente,
de la frase popular y puebleril que afirma con sabia picardía, que en una
carrera de equinos el que ganará es el caballo del comisario. No solamente
porque existían pocas posibilidades, de vencer al animal, del hombre con
mayor poder en el pueblo, lo más importante sea quizá, que existía un nulo
deseo de triunfar sobre el poderoso (tanto por el temor a represalias cómo
por la afección a la comodidad de mantener el estado de cosas). Salvo que
la propia incapacidad del gobernante, haga que el propio gobierno se le
disipe en las manos (tal como ocurrió en la crisis citada y que dio nacimiento
simbólico al presente mito) el oficialismo jamás puede perder una elección
y por tanto esta condenado a eternizarse en el poder.
Esta conclusión, tajante y contundente, cobra
entidad real en las disputas electorales. Los oficialismos o gobiernos
de turno, de unos años a esta parte, si bien no pueden perder elecciones
( si el ejemplo del caballo del comisario no vasto; hay que imaginar toda
la colosal estructura prebendaria y financiera que no por nada se denomina
"aparato") pueden perder la gobernabilidad o pueden renovarse
por la traición de los mismos socios oficialistas.
No por casualidad este mito se inicia con
la pérdida del gobierno del radicalismo a nivel nacional, el partido opositor
al ir palpando que la gobernabilidad se le iba de las manos a sus adversarios,
en vez de pensar en la institucionalidad (no agrandar la crisis) pensó
en el recambio político, en la toma del poder. En la primera oportunidad
mediante los sistemáticos paros de la central de trabajadores y en la segunda
ocasión, doce años después, mediante la revuelta gestada por los intendentes
del conurbano (incluso hay varias causas judiciales por este tema). La
única lectura que cabe (más allá de la tribunalicia que seguramente dormirá
el sueño de los justos) es que el partido, facción o líder opositor, al
encontrar una hendija, por donde puede verse herida de muerte la gobernabilidad,
no tendrá otra alternativa que agrandar y agigantar, hasta conseguir finalmente
que el sistema colapse, por unos días o semanas, y de tal manera ocupar
el lugar "perdido" por el oficialismo. Se pueden agregar ejemplos
acaecidos en diferentes provincias, que se dispararon por la misma lógica
y con la misma finalidad. La provincia de Corrientes en el año 1999, que
padeció una crisis política y social (con muertos incluidos) para terminar
en una intervención federal. Algo similar ocurrió en la Provincia de Santiago
del Estero con el mismo resultado de la intervención federal en el año
2004.
La oposición, como naturalmente ocurre con
las oposiciones políticas, ansía llegar al poder, pero al no poder triunfar
en el ámbito señalado por la constitución y los principios democráticos,
busca exhaustivamente hendijas, huecos, filtraciones del oficialismo, para
agrandarlas y hacer que el partido gobernante, pierda la gobernabilidad
para luego, perder el poder.
En la actualidad y en todos los niveles (municipal,
provincial y nacional) cuando surge un problema de significativa consideración,
el oficialismo acusa a la oposición "de querer dar un golpe institucional"
(esta frase también es mítica, cómo desprendimiento del mito primigenio)
y la facción acusada, responde acusando a los gobernantes de tener actos
hegemónicos y totalitarios. En verdad ambas partes tienen razón. La supremacía
con la que cuenta el oficialismo para competir en una elección, y poner
en juego su continuidad, es tan obscenamente abismal con respecto a la
oposición, que a está, le queda el camino de la explotación o aumento significativo
de problemas de gobernabilidad, para tomar el poder.
El mito de que "no se puede contra el
aparato" y que nos da a entender que el oficialismo jamás puede perder
una elección, al estar tan asimilado tanto en la clase dirigente como en
la ciudadanía, condiciona con vehemencia, los escenarios políticos e institucionales.
Los recambios o renovaciones de fuerzas políticas
o de nombres, no sólo pueden darse por estallidos sociales o la continua
pérdida de la gobernabilidad, se dan también por las escisiones o traiciones
que se producen dentro mismo del oficialismo. Esta es la segunda y última
alternativa con la que cuentan los opositores para acceder al poder.
Al finalizar una elección, en la cuál no
se le pudo vencer al aparato, al ganador se le rinde pleitesía desde todos
los sectores. No se trata de una mera actitud obsecuente, sino de una estrategia
política. En la asunción del ganador, se habla de generalizar lo particular
(todos somos argentinos, todos queremos el bien de la patria, todos...)
para que en definitiva, todos, tanto oposición como oficialismo, no se
queden fuera del reparto de la cosa pública. Al gobernante le conviene
tener un amplio respaldo, casi absoluto, y a los opositores no les conviene
enfrentarse al gobierno en épocas no electorales.
Este proceso se termina de consolidar, cuando
los oficialistas llegan a tal número cuantitativo, que lisa y llanamente,
sobran. Desde el núcleo gobernante, surgen las alternativas más válidas
de oposición. Hace no mucho tiempo atrás, esto era considerado una traición,
en la actualidad es uno de los recursos más utilizados. Los ejemplos se
pueden mencionar a borbotones. Raúl Romero Feris en la provincia de Corrientes
(llego de la mano del pacto autonomista-liberal y en el gobierno fundo
su propio espacio, el partido nuevo) Gildo Insfrán en Formosa (llegó de
la mano de Vicente Joga y en el poder lo abandono) Carlos Rovira en Misiones(
se separó de su hacedor Ramón Puerta en plenas funciones) y a nivel nacional,
todo parece indicar que sucederá algo bajo esta misma lógica con el primer
mandatario y quién le hubo de hacer llegar a tal lugar, el ex presidente
Duhalde.
La mitología política, de cómo llegar al
poder (dando un golpe o traicionando) y que hacer una vez en él (repartir
dádivas) absorbe actos institucionales y republicanos (votar) y también
los transforma en mitos. Mucha gente aún sigue creyendo que en las elecciones
se eligen a los representantes. Muchos niños no salen a divertirse a la
siesta por temor al pombero o al hombre de la bolsa. Son mitos, invenciones
supuestamente reales que la incorporamos como dogmas, y que poseen una
finalidad. En un caso que los infantes no salgan de la vista y el control
de sus padres, en otro que la gente no salga del yugo y la subordinación
del patriarca o patrón.
francisco tomas gonzález cabañas
Buenos Aires, Argentina.
Publicó su Primer Libro en 1999, Novela "El Macabro Fundamento".
Ganador de 1º Premio Editorial Musa, Ensayo "Acerca de Dios".
2004. Mención de Honor, Premio Secretaría de Cultura de la Pcia de Corrientes
"Homero el Precedente Filosófico de Occidente", 2004. Distinción
del Centro de Estudios Poéticos de Madrid, Poema "Navidad", 2004 |
|
|