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dejación*
josé donayre
Plano aberrante de la calle más sórdida del
Centro de Lima. La Luna brilla desde su punto habitual. El Sol tardará
tres horas en reaparecer a través de las nubes maculadas por el hollín.
No hay música ni nada que se le parezca. El forzado silencio es roto de
vez en cuando por un auto a más de cien por alguna de las avenidas de doble
vía o por el grito artificialmente histérico de un vapuleado travesti.
La probabilidad de un nuevo encuentro, piensa Dostoievski, es mínima. Sin
embargo, continúa tomando distancia, sopesando la situación, repasando
su plan de contingencia. Lleva un sobretodo, una espectacular bufanda y
un revólver baby que acaricia con indiferencia. El plano se corrige y su
Ana Grigorievna aparece con el glamour de un fantasma vencido por un día
interminable. Dostoievski le cierra el paso frente a la entrada del hotel
de una estrella y lee claramente en los ojos de la aún joven mujer la tragedia
moral de sus personajes. El revólver desaparece de sus manos, la calle
deja de oler a orines y el silencio se torna real (empieza un escándalo
de grillos traviesos desde los balcones coloniales más próximos). Ana Grigorievna
pasa lentamente la punta de su lengua por el labio superior y entreabre
su abrigo negro de plástico. Docenas de murciélagos brotan de su vientre
hasta dejarla vacuamente desnuda. Dostoievski no sabe si reír o llorar
ante tal incuria, mientras la calle muta al igual que un camaleón psicodélico.
Ana Grigorievna vuelve sobre sus pasos. Dostoievski escupe sobre el lugar
que ella ha dejado y desecha la posibilidad de ahorcarse con su espectacular
bufanda en un escenario tan ruin.
josé donayre
Perú.
* Del libro inédito "Horno de reverbero". |
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