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analogías latinoamericanas
josé gilberto tejeda
Es la distancia lo que nos separa. Es la
forma y el fondo lo que nos une. Somos un reflejo del otro, somos eso mismo
'y no lo somos. Quisiéramos poder definirnos, explorarnos, conocer nuestros
límites. Somos una raza extraña, aislada, al pendiente de una voz divina
que no llega. Nos han prometido tantos paraísos que nos conformamos con
vislumbrarlos desde lejos Se han escrito cientos de libros acerca de nosotros;
libros que no hemos leído. No los hemos leído porque no tenemos tiempo
para leer. Existe en nuestro desprecio por la cultura una sombra de arrogancia.
No nos gusta que nadie nos enseñe. "Si das un paso adelante te vas
a matar", alguien nos advierte y nosotros respondemos: "No me
interesa tu opinión y para demostrártelo voy a dar ese paso". Entonces
caemos al abismo y tardamos años en recuperarnos. "A ustedes los latinos
les gusta sufrir, encuentran placer en ello", un sajón me dijo una
vez. El tono de su voz encerraba ironía y crítica amistosa. Nada que no
se pueda perdonar. "No todos somos iguales", respondí y cambié
de tema. Más tarde, estando a solas concluí que aquel hombre tenía razón:
también me gusta sufrir. Es el sino que nos heredaron nuestros abuelos.
Mi carga de culpa la he multiplicado por cien y un día me corresponderá
transmitirla a la siguiente generación. Nuestra zozobra viaja de boca en
boca desde el río Bravo hasta la Patagonia. "En Argentina están pasando
cosas que jamás habíamos visto", la mesera nos cuenta mientras nos
atiende. En sus ojos se asoma el miedo, el temor que ya se volvió costumbre.
El lugar es un pequeño café en el centro de Buenos Aires. La noche de verano
es calurosa, pero el negocio se atiende con las puertas cerradas. Se antoja
una ráfaga de aire frío. El vino tinto me provoca charlar: "Pues en
México ya nos acostumbramos a vivir con esas mismas cosas", recordé
anécdotas personales. Nada de lo que diga esa mujer es nuevo para mí: violencia,
felonía, turbas asesinas. El gamberro que deambula por la calle de Corrientes
no es distinto al que dormita bajo los arcos de cualquier edificio publico
de la Ciudad de México. Su miseria no cambia, su rencor tampoco. Se puede
mencionar cualquier capital de latinoamérica y el panorama es igual: Bogotá,
Quito, Caracas, La Paz. La pobreza es el mayor vínculo que poseemos, nada
nos es más preciado, ni cuidamos mejor. Es un pretexto para justificarnos.
Tantas deudas tenemos que pagar que no nos basta el remordimiento. Hemos
permitido que una turba de canallas nos gobierne durante décadas y se marcharon
con los bolsillos llenos. Jamás nos rindieron cuentas. "A mí me tienen
que juzgar por mis intenciones", un ex-presidente mexicano sugirió
antes de morir. Recuerdo aquella entrevista suya. El pobre diablo tenía
más de diez años de haber abandonado el poder. Se le veía amargado y decrépito,
atado a una silla de ruedas. De la abundancia que nos ofreció, no quedaron
sino ruinas y enconos. La vida dejó de fluir como solía hacerlo; se volvió
áspera, hiriente con el simple roce.
En su novela "Canaima", Rómulo
Gallegos equipara al protagonista -Marcos Vargas -con un iluminado y juega
con la posibilidad de convertirlo en un Mesías, el salvador de una raza
condenada a la extinción. Pero las últimas páginas son inciertas y se deduce
que Marcos Vargas no pudo -o no quiso -ser el hombre que todos esperaban.
Se negó a ser aquella voz divina y siguió su camino personal, no de sacrificio.
Se hundió en la jungla y no regresó. El pesimismo me abrumó al cerrar el
libro. El pesimismo y la nostalgia. No existe salvación posible para latinoamérica.
Es como el tango que habla de la "buena fe" traicionada; la mala
moneda reemplazando a la buena. Nuestro corazón se ha cerrado al buen juicio,
nuestra esperanza ha obnubilado nuestra memoria. Hemos confiado demasiado,
hemos cedido demasiado. La trascendencia de una nación no depende de un
solo hombre, ni de sus buenas intenciones. Si no logramos aprender de nuestra
historia, más nos valdría inventar otro idioma.
josé gilberto tejeda
México. 1956.
Narrador. Tiene publicados dos libros de cuentos y una novela. Sus obras han aparecido en diversas publicaciones y diarios. También es traductor de poesía y prosa. |
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