presencia
maría josé arroyo




                    Escucho la tele en el cuarto de junto. Siento el calor de la habitación encerrada. Estoy boca abajo en la cama sin tender. ¿Por qué escojo hablar de este momento? Es un momento como cualquier otro. Es uno de tantos momentos que pasará inadvertido. ¿El olvidarlo lo haría inválido? Saber que lo voy a olvidar, le resta valor al momento. El tratar de saturar el presente con el futuro lo vuelve pasado sin que exista. Para eso vivo, para olvidar. Esos momentos “inolvidables” no existen. Lo que puede llegar a existir son imágenes presentes que se asemejan a algo que llegó a pasar, pero nunca a algo que es. Todo se me va de las manos, todo está a punto de existir cuando muere. Cuando veo o siento algo, al tratar de definirle un color, un tamaño, un olor; deja de ser objeto y se convierte en esos adjetivos que impuse. ¿Qué va a ser de este momento? Recojo el libro que tiré al suelo, veo alrededor de mi recámara. ¿Qué vi? ¿Cuánto tardé? ¿Qué importa? Es irrelevante. La vida está llena de momentos irrelevantes. Estos momentos son los que conforman la verdadera existencia. Son esos momentos que no cuestiono y no contamino con nada más. Son los únicos momentos que dejo ser. No manipulo los momentos irrelevantes para que sean lo que quiero que sean. No los vuelvo un paso a algo, que les quitaría valor por sí mismos, esos momentos irrelevantes, son los únicos que en realidad son. Las realidades que no percibo, son aquellas que no contamino. Un momento sin importancia es perfecto por si solo ya que no tengo la necesidad de entenderlo, cambiarlo ni interpretarlo. No pasa por filtros donde lo deformo, sólo es. En mi cama sin tender, entendí la verdadera existencia; no es esencia, es sólo presencia.





maría josé arroyo
México, D.F.