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todo eso tengo
carmen molina tamacas
Libros aledaños a la cama
que no conllevan la angustia de amanecer
Semanas que no terminan
y
de repente
vuelven a empezar
Rosas disecadas del funeral que nunca fue
(el de diciembre)
Cuatro metros para respirar, desde la cama hasta el techo
y una caja de cartas cuyo remitente prometió olvidar
Pájaros muertos de accidente al pie del ventanal
páginas convertidas en barquitos
ardillas mañaneras con acrobacias de tendido eléctrico
(y un nido depredado)
Un lunar de hombros desnudos
que desaparece como colilla rebelde en el asfalto
Cabellos bajo la almohada
en las que se sueñan sueños de viajes que llevan a África
tan lejos
Granizos que mueren de vértigo en un parabrisas
y manos
tan cerca
Júpiter ingrávido que mira por el telescopio
y Orión que huye hacia el cenit
Miradas cómplices de la nieve, mientras nos robamos la corona de los Himalayas
Rótulos que señalan la ruta a Teotihuacan
(o a Los Ángeles, en pleno San Salvador)
y hojarascas que revolotean en el camino desde Copán
El listado provisional de amantes
y un gato que se fue a buscar lo que aún no ha ocurrido. El destino
Los añicos de un castillo
el murciélago del teatro
la ruina del palacio
el olorcito de la biblioteca
Un beso de pesadilla, con el aliento del suicida
el
azul de su misterio
la papalota en la esquina
y la lagartija que huyó por un pequeño túnel
(¿hacia la luz?)
Un cumpleaños de cerros verdes e izalcos
amigas de espaldas recostadas en el umbral de la insolación
La casa de Frida
La promesa de buscar
La fortaleza que perdí
Todo eso tengo
que no puedo tocar.
carmen molina tamacas San Salvador, El Salvador. 1975.
Editora de Investigaciones del Diario El Mundo.
Estudia Antropología en la Universidad Tecnológica de El Salvador.
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