la sonrisa de A
luis spence




     Durante mi caminata por la ciudad estuve pensando en A, mi adorada A, con su sonrisa abriendo el mundo, nada había mejor que verla reír, verla a los ojos era otra forma de sentir como la belleza toca y aprieta. Pero cuando reía, cuando abría los labios y sonreía dejando entrever su esencia me cambiaba el mundo por ese instante y no había poder humano que me separara de ese momento de verla sonreír con todas sus fuerzas, con todas sus entrañas. Era adorable que supiera sonreír, que nunca hubiera perdido ese conocimiento superior de cómo sonreír. Era algo que siempre esperaba con ansias que sucediera y que provocaba premeditadamente; su sonrisa, su sonrisa después del sexo, después de comer, después de ponerse melancólica o de llorar, su sonrisa después de un absoluto estado de serenidad o enojo. Su sonrisa antes de dormir y al despertar, su sonrisa antes de ser tragado por el embudo, su sonrisa antes de derrumbarme y antes de ponerme a llorar en silencio. Su sonrisa como un abrazo, como certidumbre y confirmación de que estaba vivo, su sonrisa cargada de toda sencillez humana, su sonrisa sabia, espontánea, su sonrisa abriéndome el pecho como una navaja, su sonrisa única, irrepetible, secreta, llena de palabras que sólo yo entendía, su sonrisa abriéndome las puertas, sacudiéndome, provocándome ternura y melancolía.

     Tu sonrisa A, provocándola, siempre provocándola, aguardándola impacientemente como una puesta de sol. Tu sonrisa A, el principio y fin de todo ese misterio que eras tu. Tu sol guiándome entre todo ese universo infinito de tu piel. Fuiste un misterio, un poderoso embudo que también me jalo A, y ahora entiendo que debí de haber muerto en ti, que no debí de haberme resistido a tu misterio. Que debí de haber muerto entre tus piernas, tragado por tus poros, por tu piel que lo revolvía todo como un agitado mar embravecido, ahogándome, zambulléndome a tu rojo profundo, mojándome el cuerpo con todo ese océano que es tu piel. Ardiendo dentro de ti, en tu universo expandiéndose por encima del tiempo y el espacio y explotando, irradiando tu aura, llenando el lugar de agitada calma, y tu sonrisa A, después de la gran explosión como un sol revelando los misterios de nuestro coito estelar sobre nuestros cuerpos perpetuamente fluyendo, estallando eternamente uno sobre el otro.





luis spence
Guadalajara, México.