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se saben sin saberse
silsh
Ella abre su
libro de historias no contadas.
De la página
en blanco, una paloma se dispara al infinito. Sabe que siempre encontrará
su nido en la orilla menguante de la luna. Se cubre la boca con la hiedra
que rehúsa marchitarse en el balcón. Busca en los pliegues del tiempo una
caricia, un sonido que destemple a la memoria. Sólo el miedo hace escarchas
sobre las tupidas cejas del otoño.
Tan cerca,
tan lejano, tan vecino, él silba una milonga mientras gira el trompo del
azar. Salpica con señales de alelíes, hasta robarle una sonrisa a la luna
creciente del espejo.
Hay una calma
honda, un sabor a espera sin reclamos, un ala que dibuja ideogramas en
el aire.
Ambos se saben
sin saberse. Se buscan, se olfatean, se mastican los bordes de la noche.
Anudan las pestañas, aún sin comprender por qué los ojos se deslizan como
autistas. Y se hablan, se besan, se disculpan en pasajes agrietados de
silencios.
Algunas veces
dudan al ver tantas estrellas que corren a sostener constelaciones. Ella
conversa detrás de cien rejas al trasluz, él desnuda cincuenta ambigüedades.
Descansan a la sombra del naranjo hasta que un pájaro les siembra una semilla
en el hueco donde guardan dos lágrimas.
Y otra vez
recomienzan ... hasta encontrar migas de pan que los arrastra hacia un
misterio absurdo que desconoce nombres.
Son dueños
de sus bocas, esclavos de la lluvia, un grito extraviado en el abismo.
Dos huérfanos del hambre que testifica un mundo singular, que los distingue
entre los grises por haber aprendido a rastrearse en paralelo.
El arroja barquitos
de papel, ella hunde sus manos en el agua, mientras cuentan los círculos
donde flotan interrogantes siempre a la deriva.
La luna llena
les guiña la nariz y sopla un viento sur desde las sombras.
Ellos se saben
sin saberse y esconden debajo de la almohada un mismo sueño.
Van desgajando
sed al retomar las trenzas negras de sus manos. Y aunque renieguen de su
sino, se rebelan aliados, por no dejar que se marchiten madrugadas bajo
cenizas húmedas de ausencia.
silsh
Silvia Spinazzola.
Argentina. |
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