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escribir un diario
david redín
Hace algún tiempo buscando entre
los lugares perdidos de mi habitación, encontré mi diario. Aún me acuerdo,
lo escribí con 10 años. No era algo que yo quisiera hacer, me obligó mi
padre. En aquel momento no me gustaba hacerlo, era algo costoso y difícil,
aunque sólo tenía que rellenar una página cada día. Pero ahora puedo leerme
recuperando mi mente infantil, con mis deseos e ilusiones. Puedo recordar
momentos que se me habían olvidado. E incluso sentirme otra vez un niño.
Volver al mundo de la imaginación y de la fantasía, y contar que hoy me
han visitado las hadas, y que las estrellas me han hablado del llanto de
Neptuno.
Escribir un diario es adentrarse
en uno mismo. Es mirarse y pensar qué quiero contar de mí para mí. Es una
aventura. Es un lugar donde no da miedo expresar lo que uno siente o quiere.
Escribir un diario no es como escribir un cuento o una novela. Es distinto
aunque también parecido. Muchas veces supone reflexionar sobre algo que
ha sucedido o incluso que no ha sucedido. Y a veces una página en blanco
en el diario dice más que muchas letras. Es también como una máquina del
tiempo, que nos hace volver cuando queramos al pasado y reavivar nuestros
recuerdos, y los sentimientos que van ligados a ellos.
Todos deberíamos escribir un
diario. Para mí se ha convertido en algo casi necesario. Y lo mejor no
es escribirlo, sino guardarlo y saber que puedo abrirlo cuando quiera.
Es como mi caja fuerte. Es mi secreto. A veces se comporta como un amigo
que siempre escucha y a veces hasta da consejos. Se puede aprender mucho
de uno mismo escribiendo un diario. En ese momento de escritura salen cosas
de nosotros mismos que no sabíamos que existían.
Por eso animo a todos los niños
a que lo hagan. Porque el día de un niño es mucho más valioso que cien
de los adultos. Animo a los padres a que insten a sus hijos a escribir
un diario. Y también les aconsejo que aguanten la tentación de leerlos.
Es quizá la única regla que tiene. Está prohibido leer un diario ajeno,
a no ser que su dueño acceda. Sería como destruir la máquina del tiempo.
O como robar una caja fuerte.
Escribir es saludable. Muchos
escritores confiesan que escribían un diario desde su infancia e incluso
que lo siguen haciendo ahora. Escribir un diario ayuda a ejercitar el lenguaje,
a expresar y ordenar de forma escrita los pensamientos. Es un ejercicio
lingüístico. Aunque un diario puede ser multiforme. Sólo hay que leer el
facsímil de Carmen Martín Gaite, Visión de Nueva York, que se acaba de
publicar. Se trata de un colage en forma de diario o un diario en forma
de colage. En él podemos ver páginas llenas de recortes de revistas y periódicos
mezcladas con comentarios de la autora. Los recortes y los comentarios
intentan expresar ideas o incluso sentimientos. Es un diario visual donde
ha triunfado la creatividad.
Escribir un diario, es pues,
como volar entre nuestros pensamientos y sensaciones. No siempre se escribirá
lo más importante o lo más adecuado, pero eso es lo bueno, que no hay que
escribir lo que quieren o como quieren los demás. Hay plena libertad. Escribir
un diario es escribirse uno mismo.
david redín
Navarra, España.
Filólogo y corrector de estilo, ha trabajado como profesor de lengua y
literatura. |
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