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de unos pies y una lengua
maría teresa gutíerrez
Eran unos pies
muy tímidos, siempre cubiertos hasta el tobillo para no mostrar su violenta
desnudez. Y no es que no fueran hermosos, la blancura y suavidad en contraste
con los vellos gruesos, oscuros y sedosos del empeine y del inicio de cada
dedo podían seducir a cualquiera. La limpieza de toda su anatomía así como
la señal de uñas bien recortadas daban muestra de hábitos y valores de
pulcritud y buenas maneras. El problema no era la belleza, sino el pudor.
Desde pequeños habían sido aislados del mundo, desconocían la sensualidad
de tacto suave. Zapato, bota, tenis y calcetines de todos colores habían
dado asistencia al recato.
Un día de esos en que el calor es insoportable, cuando pareciera que el aire se aleja y se acaba, unas grandes manos vinieron a violentar toda la pudicia que sostuviera a estos pies. Desabrocharon las agujetas, quitaron los zapatos, enseguida bajaron los calcetines hasta descubrir totalmente a los incautos presos. El debate se abría: sentir o reprimir, abandonarse a todas las sensaciones, a la suavidad de unas sábanas de seda, al calor que emanaba de ese cuerpo al cual pertenecía o buscar un escondrijo, la protección de... era el dilema.
En eso estaba
cuando un ser húmedo, suave y caliente empezó a recorrerlos de arriba a
bajo. Abría cada uno de sus dedos y se introducía con parcimonia por entre
sus intersticios, como un molusco que tras la orfandad de su concha busca
refugio. Entonces supo que una boca con labios color carmín era la protagonista
de su primera aventura sensitiva. Al abrirse la boca, los labios carnosos
daban paso a todos los movimientos cadenciosos de ese hermoso ser llamado
lengua. El juego sucedía de un movimiento lento a otro más rápido, los
labios saboreaban lentamente el dedo mayor para luego succionarlo, la lengua
salía en toda su extensión para tocar apenas con la punta mojada lo largo
de su planta. Estos pies que hasta ahora no sabían de más roce que el del
calcetín, y de la humedad del sudor en verano quedaron fascinados de la
presencia de la lengua. No querían separarse más de ella. Habían llegado
al cielo.
maría teresa gutíerrez
Yo, María Teresa Gutiérrez, Nací en Sta. Anita Jalisco, el 28 de Feb. de 1959. Hice todos mis estudios en escuelas pùblicas. Empecè a escribir a los 15 años algunos poemas y relatos. Sentì el impulso de las letras desde siempre, tanto la lectura como la escritura. Desde entonces no he dejado de leer y de escribir. Mi gusto por las letras me marcó el rumbo de mi profesiòn. Estudié la Normal Superior en la orientación de Enseñanza del Español (fui la primera generación reconocida como licenciatura en esta área); no satisfecha, hice la Lic. en Letras Ibéricas e Hispanoamericanas. Tengo 24 años de enseñar a un montón de generaciónes de adolescentes desarrapados cómo acercarse a la lectura y a la escritura; desde entonces he impartido cursos en distintos niveles educativos relacionados con la escrtura. Hace ocho meses obtuve el grado de Maestra en Lingüística Aplicada, por la Universidad de Guadalajara. Sigo dando clases, leyendo, escribiendo y tratando de publicar. |
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