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Atrapé a las palabras con bozal.
Con seis clavos
pude cerrar cajones de osadía.
Pinté con antióxido
cadenas sumergidas en la sed
donde descansa el ataúd
de tantos sueños.
Puse la lengua en cal
lacre en los ojos.
Tiré la llave maestra del silencio.
Un torniquete hice
con retazos de infancia
para evitar
que derramaran las ternuras
y un nudo marinero con la soga
que guardé
luego del último naufragio.
Así probé vestirme
el traje de indolente
o quizá
de insolente perdida
por canaletas
donde escurre la historia
bajo esta piel salvaje. |
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