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"Mujer el mundo está amueblado por tus ojos
Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga se paloma en paloma"
Vicente García-Huidobro Fernández |
Yo siempre he deseado viajar en paracaídas. Vivir en paracaídas. Sí, viajar, soñar, casarme y tener hijos, muchos hijos en paracaídas surcar los imaginarios colores vivos aires de lado a lado eterno futuro florecido y de un lado para otros lados poéticos y estrellados, así para crear en el infernal realidad-abismo la suprema notoriedad de las flores y brisas vívidas de los pájaros ciegos viajeros del mundo marino, de los ojos depositando, sembrando, creando los trópicos mares jardineros malabaristas rojos más que negros delicados pianos universales o muertos escuchando el jazz del aguacero, rocío de mis sueños esperando a que se cumpla mi sagrado vuelo acuático, sinfónico y matemático.
Pero es muy difícil. Algodón perdido es volar imposibles mañanas montañas que se sostienen en las cejas temibles de la vida desesperada, arrugada de los poemas que matan vidas para ser ellos los sueños indelebles de los otros santos niños fabricados en Comala belleza o realidad. Ahora ya veo a muchos como yo al volar, intentar, volando soñar volar para jugar con otros seres luciérnagas, sentir la luz en los cojos ojos barriles manjar para celebrar el vuelo mejor y corriendo abrazar a una mujer. Sin gravedad tocando la miel que es trabajar de mujer; aunque me han dicho que es tarde para volver a volar, pero yo sé, yo quiero creer como ayer Lucifer que no es pecado desear lo mejor del Señor para un mundo diferente o mejor. Será mejor terminar para otra vez empezar a volar, desterrado caminar o volar y a Caín encontrar por la duna de ayer, esa que es puente de arquitectura y color para perdida mujer del edén ruiseñor espolón. Así galopar a la soledad por iniciar tocata menor de mi hijo mayor que anda volando una Lima principal de la impía voluntad divinidad niñez De Aranjuez para un soñador, terrible Rodrigo de amor, bebedor de la límpida sal de este volar prohibido gritar. Ya en todo facturación todos a salvar deseando volar para purificar el centauro ordenar género caos de ayer evitar colapsar sinfonía espacial.
Tristemente me he detenido en la brisa del celoso cordón de mi madre eternidad respuesta de atascado Platón, he escuchado decir que el amor ya murió, que los bancos de aquí, Tierra soledad, ya tienen todo en la voz de un ronco tragón coleccionista de bruma y alpiste para tener soledad, computador y acordeón del pájaro aquel que persiga el dinero de amor o lanza de misil llegar a dominar al mundo total es mejor que las rimas de ayer suelo y estación del amor saxofón de mi hermano Salomón; aunque ya está rota la barca de la estaca que pegó en su brutalidad la danza del mar aferrado al placer del amor y el amar. Por toda estación jardines de paz y cabellos o enredaderas de casas donde siempre corren los niños detrás del loco que emprende la ruta del juego secular: recordar los poemas que te hicieron soñar un mundo mejor. Del todo en los días que alguien te gritó ausencia y gas para ganar el color de Berlín Nueva York y caminar encima del tren del dolor, sin dormir subir y bajar para recordar que no hay vida mejor que la sagrada ciudad donde hay pastos y sol hasta en las puertas inevitable dolor. ¿Y ahora qué harás? Empezar a gritar, ahogarte y correr estampida de humanidad esclavizada mirándose en ella misma callejón o corcho de la misma botella que escribe el secreto para vivir el amor aventuras del sol o estación para volver a soñar paracaídas mejor.
El cuerpo poner y enseñar a pasar el abismo de la engañosa ansiedad. Ya te he dicho que volar es tan natural como beber del lunes astral labios de mujer que ha empezado a lactar las sórdidas aguas del placer, dejar de contaminar para leer en el atrio del jardín, espera que ya va a venir el artista camión aventuras del lucido monte del Perú. Infinitos secretos que yo me atreveré a recorrer artistas del mar que sueñan llegar a la puna del ayer, civilización natural, con troncos de más jugosas tierras que dan hasta el anochecer a tientas en la busca del pan de tus piernas cuando está en la refrigeradora de Los Andes ruta del cielo cercano: el mundo marrón. Yo camino así sintiéndome hoja o cañón que se pierde y jamás dispara en la vida espectacular de Puno hacia Loreto me fijo en los ojos el hidráulico paracaídas de mis sueños y vuelo despacio pensando en el mundo que me falta por ver pasión arrancada de las secretas camas de los aires de estas selvas extrañas a Dante, preocupado, de sentir la belleza del principio de mis lágrimas nacimientos de los ríos libros de las vidas futuras o hay abismos que comen música que fue al instante Marcel Duchamp en tríptico de mal a la espera del jaque final o es la carnada la que pende del pastel que brinca en la nariz memoria de Quevedo traicionado por la inocente y sagrada familia; de los cocoteros azar será la vida del corredor de los 96 kilómetros del portaviones que como el ballet no termina de dar su toque de flotar en las nubes de la mirada esperando al terco señor de la ansiedad para armar y ocupar todos los tiempos. Entonces mejor hacemos arte y bebemos de ellos las horas de paz en aquella la hermosa mujer que te esperará desnuda en el cráneo cuarto del obnubilado José.
Volando. Volando me veo venir desde el polo inexistente del oeste que guarda para todos los días mi esperanza de sobrevivir y llegar a todas las citas cuando es tiempo del amor; probable escuchar las canciones del sol vida que da a todas las flores seguidoras del mágico vuelo o Sonata Claro de Luna, la misma cosa, indivisible, que vuelves a mi corazón expectante del que siente la música, todo auxilio del que está a punto de arrojarse a la tumba de su propia obra ciega en la búsqueda del amor a toda vez forzado error. Escucho y aprendo a volar también como los otros, veo su vuelo y siento que el agua brilla y soy testigo en cada hombre la mirada de la Tierra-viva, del amor que sueña La voz a ti de vida, el color de ser lo mismo para todas las cosas infierno que trabaja a toda hora en la pugna por llamarse a sí mismo límite o simbiosis de la soledad manumitida de sentir la fuerza y entregarlo todo por vivir, un instante, una hormiga de espacio vivo, de sudar bañándose y ser amante de eso que llamamos vida de otra vida sumergida en los bosques eternidad de Las Vírgenes del Sol maestras dadoras de amor. ¡Hay si viviera Beethoven qué te diría! Sino no seas sordo y vive escuchando la sinfonía de los mundos que aunque no toques sabes sentir del corazón la armonía propia de las cosas; naranjas medallas sin maldecid la dinámica irrepetible del sentir algún último tango en París, deseos todos de volar también de flor en flor hasta morir como dama que asegura su desnuda presencia en el Cántico Espiritual para volar así con ellos que son arte, navegantes sin rumbo, gladiadores, reyes, curacas de las palabras que ensayan la posibilidad de volver, de vivir más allá cuando vueles y el vuelo no sea más que el único sabor de incomparable perdición aunque seas esperpento en sociedad-prisión, libérate y vive el vuelo así como el poeta de la luna que se hechizó y no paró hasta llegar y poder decir: el mundo azul es realmente un jardín de esperanza que no es más secreto que el amor de alguna parte llegar a volar, siempre de hasta el final historias de verídica resurrección.
No. Yo no soy el que te ha dicho que tienes que tener paracaídas para poder volar, eso es algo que te lo has creído tú. Recuerda, piensa en las revoluciones de la vida: ninguna de ellas, jamás, tuvo nada en sus manos ni en sus pies, todo se hizo en la malcriada, obscena y filosófica cabeza de ping-pong recitando por escaleras de cuarta y quinta dimensión que suben y que bajan, no importa, es necesario hacer algo para saber qué se está haciendo con la vida portal del único alcázar de la vida Machu Picchu que enlazas los puentes de los hombres; mundo que te veo solamente un poco extraviado de los cantos de tus hijos predilectos, no aquellos los de las pampas sino estos de sociólogos y mitos marrones danzando sobre el trompo inquisición de la inquieta y traicionera historia fija como el paladar amor que nos espera alejados de este mundo tocando los pututos de los sueños, construyendo bellos caminos amarus o arcadas níveas donde te encuentras tú preparando la ruta y tu arterial paracaídas cirugía de los trazos de las quenas como cúmulos eternos de la nieve dibujada en los años de la pesca con las manos o ya escalando las magnas olas de tierras que atraviesan los crudos nudos de la memoria copulada a nuestros hijos imaginarios, los supremos voladores invisibles del igual abismo de queda esculpido de letras que aun pagando se te escapan de los sesos como pan que se ha hecho de infantil sonrisa con la creación piramidal, al hacer truncas las cunas y los fuegos donde se asienten las verdades traídas de los ríos Pachacútec visión y fuerza para hablar más cervicalmente de La Nueva Revolución de Las Cosas: que ya es hora, que nos escuchan y guardan lo que somos y éramos en otras eras maquinariamente olvidadas en las ruedas de los mundos llanos como costra de las cosas que dicen ser también nuestras; vuelos, densos cromáticos vuelos, ícaros vuelos solitarios del mismo mundo y modos son eternos no obstante se sufra y el precio se lo lleven los hijos de apellido impuesto como carga a las mulas del horizonte soñado a las 6 de la mañana entre los santos indios del lago Titicaca, cuando nacen para vernos revolotear como tijeras cantutas contra Eolo.
Quién ha dicho éste es el principio y éste es el final de todo cuanto entendemos y damos como todo conocer el mundo que comemos como duraznos partidos, a los que bebernos los huesos que sustentan las hadas soliloquios de los espantados por la dinamita expresiva, tierna, natural-telúrica televisada hasta El Cóndor Pasa espectros de la universidad; estando vivos limitar la mente como estaciones tienen los luceros que guían las casas de agua hasta la boca del que se ha visto fallecer entre la seda archivo gramatical del poeta que ya no necesita acuerdos, sino talcos nísperos como uvas embarazadas para contar cuántas horas se tardan en llegar las burbujas de la libertad determinada por los gobiernos o prefijo control Napoleón parásito de ver el futuro, ostracismo del amor, pasaporte de la soledad gallardía de la mente sana pero esclavizada de su propia culpabilidad y miedo de gritar. Inclusive soñando las palabras cartuchos para fogones, acuerdos como Trilce se dice: Tres tristes tigres comen del trigal báratro epistolar en el cuadro oceánico e ininteligible silencio o batallón de la muerte extinguida del metalenguaje Los Funerales de Atahualpa, inmolaciones de voz, pirueta de órfica canción relativa de los ojos anatemas del amor crucificado en los panales del imperfecto caracol destapado, contradicción de la científica y demostrable belleza abortos antónimos y matematismo que alega o permiten existir a los pilares suicidas píldoras del piso 6834. Ya saben, es un asunto de volar, de saber volar para esperar caer en los ojos de estos ojos rotos por pensar mis propios ojos lanchas robots que al encuentro de una estrella se ahogarán y así reunir para modular mi vuelo como fotos tiene el sacro equilibrio de los que corren los poemas de los 100 metros aeroplanos que vuelan sus paracaídas rotos en la facultad de extraviarse en un mural que evidencia la orquestal manera de mirar la vida del más allá. De las palabras momias mudas que sonríen la delectación de ser en el mirarse de nosotros mismos como principio y como fin semiótica del grano, circuitos abiertos, como la noche sagradamente partida para dar luz igual que carbono seco en el pecho de las margaritas amantes de canícula intromisión o vuelo de divino capital ajeno.
Y ahora vuelo lo sé, estoy tostando la cancha, pateando el penal, cabalgando sobre la secreta vida de los pegasos de mar, navegando las humanas naves de la reciprocidad, del déjame vivir, volando exponiendo en lo universal el niño de hojalata que hemos perdonado por dos guernicas asesinas mundiales; te veo volar en tu paracaídas, es increíble yo estoy volando del mismo modo, yo que jamás fui capaz de encontrar el amor en las murallas de mi masticada memoria, pero es hoy lo sé, un octavo o noveno día, es tan real que me siento soñar para merecer la felicidad y es como este sueño mirando escribir, atrapar el juglar para la luna de miel: alimentarlo y mimarlo para que una vez emprenda el vuelo sea colosal ya agujero del mar o geografía del desierto ancestral donde solo está permitido en el silencio articular la hecatombe última melodía de todos los hombres, de la Tierra para poder volver y hacerlos llorar en un paracaídas que no es sino palabra o señal para salir y tomar las lunas mejores mujeres que aman así todo como cuando se beben los fuegos de la lunática y pérfida vitalidad. De enseñarte el capullo del soñando salí para ser paracaídas de todos los paracaídos del amor, tiempo loco y olvidado del ocaso territorio de la muerte triste está y sin sonreír el castillo que se habitó en el mar o paracaídas de amar con las pestañas trazar mi tierno singularidad paracaídas para al amor enlazar como precepto o ingente mochila de mirar la dulce canción de entender que la soledad es sólo pasar, pasar y pasar como volar, un paracaídas volar, girar y gritar, si es querer la verdadera señal ruta del caracol apilar memorias de azar y hacia el viento dejarte llevar como sempiterno vuelo de Altazor creado en nombre del amor. |
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