Ciudad sin perros
Sergio Omar Otero



Estoy caminando una calle cualquiera
Mis ojos no miran,
Para eso están los de los otros,
Para que miren
Por donde yo transito mi paso cansado
Y que se cuiden,
De mi andar apresurado y pausado
Pues mi apuro se debe
A que estoy en una ciudad sin perros.
No, no son perros esos
Que llevan con cuidadoso cuidado
De a cuatro, cinco o diez
Los paseaperros de veredas ocupadas,
Esos son canes, tristes
Canes de departamentos apilados.
Los perros son otros,
Los de dientes afilados, de colas libres,
Ondeantes, sucios
Lomos, patas fuertes y de orines marcados.
Esos son los perros
Que esta ciudad no tiene, no quiere.
Como no quiere hombres,
Ni mujeres esta ciudad desea ni quiere
Le basta con los oficinistas,
Los abogados, los doctores, los taxistas,
Le alcanza con las modelos,
Las vendedoras, las floristas y alguna que otra
Puta alzada en celo
Por eso me camino despacio, lento, terco
Una calle cualquiera,
Por eso es que no veo, que vean otros
Lo que no quiero ver.
Que ellos gasten sus ojos viendo lo que no está
Que gasten sus zapatos,
Apurados, corriendo corridos todos los días,
Todos los meses, los años
A mi me basta con el andar apurado, urgente,
De caminar por dentro,
Por donde tus manos anduvieron y siguen andando,
Por esa esquina dibujada,
Tal vez hasta pintada y acuarelada en besos
Y para eso no necesito ni quiero
Ojos que vean lo que yo veo, y siento y quiero.
Hasta tal vez no necesite
Caminar una calle cualquiera, basta que me pare
En un adoquín de luna
Y vea hombres y mujeres, y perros, muchos perros
De dientes apretados,
De patas fuertes, de lomos sucios, de colas libres,
Para eso tengo estos ojos
Los que no tienen otros, los que nadie mas tiene.



Sergio Omar Otero.
Comodoro Rivadavia, en la patagonia argentina. 1951.
Allí no solo me enamoré por primera vez y bebí vientos, sino que también comencé a desarrollar este gusto por escribir, el que continúe alimentando luego en Rosario donde fui a estudiar Ciencias Políticas y a seguir enamorándome, defecto que me acompaña el resto de mi vida.
Después el destino quiso que fuera abogado, perseguido político, opositor, oficialista y fundamentalmente aprendiz de hombre bueno… e irremediable escribidor de las cosas del alma, que no se sin buenas o malas… literariamente hablando… solo se que son del alma…
Hoy llevo escrito muchos mares de tinta y últimamente, unas cuantas toneladas de byte que aparecerán próximamente encuadernadas… cuando encuentre los fondos suficientes… mientras tanto solo se pueden encontrar en sitios como este… cuando las aceptan….