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Esta mañana vino a mis ojos una declaración del presidente de Estados Unidos conocido simplemente como Bush en las páginas centrales de la revista semanal Newsweek. La declaración era: "Yo no leo libros, leo personas", y parecía estar dicha por un tipo de persona que "no se andaba por las ramas" o, como se dice en inglés, por una persona que "did not go beating about the bush". La frase guarda el mismo impacto y efecto que un antropófago causaría en una mujer en su primera cita. En este sentido, sería una buena historia para una novela el que ese hombre salvaje, llegado a Málaga desde las Islas Fiji como inmigrante en un barco pesquero, invitase a una guapa mujer a cenar después de haber conseguido adaptarse como inmigrante occidental a este país. Veríamos las velas envueltas en el espíritu romántico de un salón malva impregnado por el minueto en Re Menor de Bach fluyendo por el suelo y flotando por unas cortinas cuyo balanceo y textura nos recordaría al verde cuarzo del mar de la bahía malacitana; las manos entrelazadas de los dos enamorados y esos ojos chispeantes y alucinados tan parecidos a un éxtasis ascético, nos conmoverían haciéndonos contener el aliento justo cuando ella mirara a su cita salvaje y le preguntase, una perdida gota de vino pendiendo de su trémulo labio inferior: "¿No comes?" Y él, apretando en esos instantes la mano de su amada, le contestaría justo en el momento en que la orquesta comienza a tocar el primer movimiento de la Quinta Sinfonía de Beethoven en Do Menor, sus cuatro martillazos secos y cortos acompañando a cada palabra: "Yo no como comida…; como personas".
Hace poco tuve también la oportunidad de terminar de leer una novela
del señor Turgenev conocida como "Suelo Virgen" de corte parecido
a su anterior "Padres e Hijos", y reconozco que la novela guarda
una profunda semejanza con la declaración del señor Bush. No me iré por
las ramas, así que diré que en la novela, como en la frase del señor Bush,
la vida está dividida en dos tipos de hombres -los hombres de acción y
los hombres de ideas, lo cual supone una gran idea a la hora de dividir
a toda la humanidad en dos mitades pues es de una simpleza elogiable. Sea
como fuere, no cabe duda de a qué tipo de persona pertenece el señor Bush.
En él no hay dilema entre el "ser o no ser" que tanto preocupa
a Hamlet; en su caso todo se resuelve con un "ser o no ser… -¡actuar!";
en el caso del hombre de acción no hay un "pienso, luego existo",
sino un "actúo, luego existo". La acción pertenece a los conquistadores
como César, Alejandro y Napoleón, de la misma forma que los conquistadores
pertenecieron y perecieron por el yugo de la acción que los acabó consumiendo,
aunque César no supo leer a Pluto.
Hay una especie de halo homérico en el señor Bush que impregna sus actos, algo de la furia de Aquiles al ver la muerte de Patroclo recuerda la ira de Bush al ver caer las Torres Gemelas. Aún no hemos visto hasta donde llegará su conquista alejandrina, pero hay que decir que ya nos ha conquistado su frase magistral: "Yo no como comida; como personas" y todos los del restaurante salieron huyendo. |
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