Religious mantis
Maritza Duarte



 De verdad no quería matarlo pero él estaba ahí, tan quieto, dormido o casi muerto, absorto en sus fantasías de ojos cerrados que olvidó mi locura de sangre.

 Yo no quería matarlo, es más, ni siquiera lo había considerado cuando lo vi recostado y desnudo sobre la alfombra blanca, pero un poco la luna y otro poco el silencio de la casa me enloquecieron y quise escribir en él, sobre su pecho… muy cerca de su corazón, mi nombre con sangre. Y le clavé las uñas y los dientes, y quise devorarlo de amor tal y como lo había suplicado minutos antes, pero su aliento se escapó de entre mis dedos y el control se esfumó.

 En realidad no quería matarlo, pero a veces no se sabe a ciencia cierta cómo puede terminar algo que se inicia -tal vez- espontáneamente.



Maritza Duarte.
Aguascalientes, México.