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Las secas pajas se incendiaron sin que alguno de ellos
arrimara el fuego.
Esa mañana el sol enfureció y el viento hizo caminar
al bosque. Aquellos que intentaron acarrear agua del río se volvieron cenizas.
Las llamaradas cercaron al poblado "La Xalpa", y en pocas horas
se consumió la posibilidad de salvar a los que ahí vivían. Fueron hombres,
mujeres, ancianos y niños los que tendremos que olvidar, y entre más pronto
mejor, porque las desgracias no vienen solas y no queremos más tragedias.
"El destino pone trampas perfectas cuando caemos en ellas empujados
por la ignorancia y el aislamiento. ¿Cuántas veces miraron surgir el fuego
espontáneamente? ¿Por qué no enterraron las ramas y las hojas muertas?
¿Por qué tentaron a las fuerzas de la naturaleza?" Fue el argumento.
Ninguno sobrevivió. No sabremos cuáles y cuántos fueron
sus lamentos.
Yacen junto a la cosecha que los alimentó en su camino
al cielo o al infierno.
¡Tendremos que olvidar, y entre más pronto mejor! Las
desgracias no vienen solas y no queremos más tragedias. En unos cuantos
meses, en lo que fue La Xalpa, se iniciará la construcción de una carretera
que comunicará a dos ciudades importantes. Qué lástima que los habitantes
de La Xalpa no puedan ya integrarse al proyecto. Les hubiera venido bien
conocer el progreso y utilizar el nuevo camino para ir a vender sus cosechas,
tan mal pagadas por la dificultad de transportarlas. Les hubiera venido
bien que sus hijos acudieran a una escuela para aprender algunos números
y algunas letras.
Les hubiera venido bien esa carretera para salvarlos
del aislamiento en el que sobrevivieron más de quinientos años. Pero, murieron
entre las llamas y nadie sepultó sus cuerpos. Sus cenizas se regaron por
la tierra, en la que renacerán árboles y flores como los que perecieron
con ellos. La autopista cruzará por encima de La Xalpa, con el tiempo pocos
se preguntarán por sus habitantes. No fue La Pompeya sepultada por el Vesubio
en el año 79, que dejó testimonio de una magnífica ciudad adornada con
mosaicos, esculturas y cultos. Sólo fue un humilde poblado que debía desaparecer
para dar paso al progreso, merecedor apenas de un pequeño letrero como
referencia para la desviación al río. |
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