|
|
Sapito Hinchado y Tramboyito con Lentes se conocieron
una tarde de fiesta donde todos bailaban menos ellos.
Sapito Hinchado y su amigo Loquito Satipeño llegaron
con ilusiones de conocer gente bonita y buscar eso que los del otro lado
del mundo llaman amorío.
Loquito Satipeño, como era experto en esas lides festivas,
fue encaminándose por los oscuros senderos de la pasión lila; conoció a
Sirena con Cuernos y la hizo su novia mientras bailaban el primer vals
de la jornada.
Como Sapito Hinchado era tímido y no sabía bailar, fue
arrinconándose entre la gente que sobraba de la fiesta. Gente solitaria
que nomás sabía hablar de arte y beber ponche. Entonces, de tanto escuchar
a esta gente, fue que terminó convirtiéndose en artista de la palabra y
el brindis.
Tramboyito con Lentes había bailado unas piezas de chip
hop con Castorcito de Bigotes Blancos, él le decía que era capaz de establecer
la tonalidad exacta del rugido de un motor de combustión. Oído absoluto,
le hizo creer.
Y a Tramboyito con Lentes se le iluminaron los cristales
y su boquita carnosa se estiró de lado a lado haciendo la sonrisa más hermosa
de la fiesta.
Castorcito de Bigotes Blancos siguió sintiéndose un rey
de la sonoridad y comenzó a beber ponche y chupar marcianos de "shabor
intensho" y beber hasta que olvidó que bailaba con Tramboyito con
Lentes, que ni bien vio que a Castorcito de Bigotes Blancos se puso a tambalear
de borracho y a eructar como anunciando el vómito, se hizo a un lado para
que no le ensuciara el único vestido de porcelana que tenía gracias a las
costuras de su mamá Tramboya con Lentes.
Pero la avalancha de líquidos estomacales fueron un torrente
descarrilado que terminaron salpicando el delantal blanco de Tramboyito
con Lentes.
Entre la multitud que se acercó para auxiliarla, apareció
Sapito Hinchado, con un pedazo de papel higiénico en la mano e intentó
limpiar el vestido. Ayudó a pararse a Tramboyito con Lentes, y antes de
que a Tramboyito se le vengan las náuseas por tanto vómito que tenía encima,
Sapito le dijo: Los motores de combustión no tienen tonalidad exacta. Son
desafinados por la naturaleza cuántica de la mecánica. Entonces, vomitó
con fuerza en la cara de Sapito Hinchado.
Tramboyito con Lentes vio que Sapito Hinchado no era
tan feo. Más bien, tenía un parecido a Elvis y bien podían bailar alguna
pieza de chip hop, juntos.
Ambos juntaron sus mejillas resecas por el vómito, se
tomaron de la mano y se juraron soledad eterna.
Para cuando se hizo de noche, Sapito Hinchado y Tramboyito
con Lentes se escondieron en un capullo y decidieron no volver nunca más
a la realidad.
Sapito Hinchado dejó su inocente sueño de convertirse
en príncipe después de un beso mágico, y Tramboyito con Lentes comprendió
que para amar a un animal hay que saber contar los latidos de su corazón.
Jamás volvieron a las fiestas con ponche.
|
|
|