Historia de amor para viejos tristes
Juan José Sandoval Zapata



   Sapito Hinchado y Tramboyito con Lentes se conocieron una tarde de fiesta donde todos bailaban menos ellos.

   Sapito Hinchado y su amigo Loquito Satipeño llegaron con ilusiones de conocer gente bonita y buscar eso que los del otro lado del mundo llaman amorío.

   Loquito Satipeño, como era experto en esas lides festivas, fue encaminándose por los oscuros senderos de la pasión lila; conoció a Sirena con Cuernos y la hizo su novia mientras bailaban el primer vals de la jornada.

   Como Sapito Hinchado era tímido y no sabía bailar, fue arrinconándose entre la gente que sobraba de la fiesta. Gente solitaria que nomás sabía hablar de arte y beber ponche. Entonces, de tanto escuchar a esta gente, fue que terminó convirtiéndose en artista de la palabra y el brindis.

   Tramboyito con Lentes había bailado unas piezas de chip hop con Castorcito de Bigotes Blancos, él le decía que era capaz de establecer la tonalidad exacta del rugido de un motor de combustión. Oído absoluto, le hizo creer.

   Y a Tramboyito con Lentes se le iluminaron los cristales y su boquita carnosa se estiró de lado a lado haciendo la sonrisa más hermosa de la fiesta.

   Castorcito de Bigotes Blancos siguió sintiéndose un rey de la sonoridad y comenzó a beber ponche y chupar marcianos de "shabor intensho" y beber hasta que olvidó que bailaba con Tramboyito con Lentes, que ni bien vio que a Castorcito de Bigotes Blancos se puso a tambalear de borracho y a eructar como anunciando el vómito, se hizo a un lado para que no le ensuciara el único vestido de porcelana que tenía gracias a las costuras de su mamá Tramboya con Lentes.

   Pero la avalancha de líquidos estomacales fueron un torrente descarrilado que terminaron salpicando el delantal blanco de Tramboyito con Lentes.

   Entre la multitud que se acercó para auxiliarla, apareció Sapito Hinchado, con un pedazo de papel higiénico en la mano e intentó limpiar el vestido. Ayudó a pararse a Tramboyito con Lentes, y antes de que a Tramboyito se le vengan las náuseas por tanto vómito que tenía encima, Sapito le dijo: Los motores de combustión no tienen tonalidad exacta. Son desafinados por la naturaleza cuántica de la mecánica. Entonces, vomitó con fuerza en la cara de Sapito Hinchado.

   Tramboyito con Lentes vio que Sapito Hinchado no era tan feo. Más bien, tenía un parecido a Elvis y bien podían bailar alguna pieza de chip hop, juntos.

   Ambos juntaron sus mejillas resecas por el vómito, se tomaron de la mano y se juraron soledad eterna.

   Para cuando se hizo de noche, Sapito Hinchado y Tramboyito con Lentes se escondieron en un capullo y decidieron no volver nunca más a la realidad.

   Sapito Hinchado dejó su inocente sueño de convertirse en príncipe después de un beso mágico, y Tramboyito con Lentes comprendió que para amar a un animal hay que saber contar los latidos de su corazón.

   Jamás volvieron a las fiestas con ponche.



Juan José Sandoval Zapata.
Lima, Perú.