Luis Barraza*


la lluvia


Pienso que pienso. El peso de los pasos pisados pasados por charcos. ¡Que chasco! Hace un rato baldosa floja. Ya pasó. No importa.
Desde el puente se divisaban las nubes verdes, extrañas, sobre el cielo aparte de Lambertuchi, parte de otra dimensión: Lambertuchi, Lambertuchi, la bi-mención desconocida. Ya pasó. Vuelve a pasar. Toda la ciudad envuelta en nubes grises, tristes; Lambertuchi con nubarrones de cumbia, como en algún capítulo de Código X. ¿Código Morse?, código sopa.
Sopla y sopla el viento. ¡Bien torneadas piernas en volátiles faldas! ¡Viento!. Gracias al padre.
Bajé la pasarela apurado por alguien. Fantasma de ladrón tratando robar mi bufanda. Los automóviles pasaban, paseaban veloces en la panamericana resfriada: "el nene sopla el flequillo/ el papi moquea brillo".
Un escalón, otro. Sigo sobre el nivel del mar. Maldito apunamiento.
Apreté el botón del poste, y un pobre hombrecito que cambia de color cuando uno quiere.
¿Quiere que le cuente? Paso tras paso caminé. Y el espectáculo de esa mañana fue increíble (pero por favor, créame). Antes de mi paso, el viejo de un video club pensaba: "Oh... nubes verdes, ¿película de Kurosawa? Mejor apago la pornográfica". Cuando pasé debatía con sus amigos mirando al oeste, al cielo de Lambertuchi.
Resultaba extraño: los vecinos agolpados en las ventanas empañado los vidrios con su aliento: aliento a cebollas, a malas palabras, a niñas enamoradas. Un verdulero afilaba zanahorias entre si. Mientras miraba las nubes como un idiota: como un carnicero.
Me dormí despierto.
Despierto en el microcentro. Buena siesta de nueve cuadras. Una cacerola cabrioleando sobre la cabeza de una gorda, y la gorda gritando: "¡¡¡Las consecuencias del monopolio, las consecuencias del monopolio!!!". suaves palabras de difícil explicación. No importaba: me esforcé: las consecuencias del monopolio ¡claro estaba!. Los habitantes de Lambertuchi han visto las extrañas nubes verdes sobre sus cabezas y han comprendido: "Ohh... , la situación a la que nos ha acarreado el actual sistema económico basado en el libre mercado explotador no da para más. Imposible seguir tolerando. Pienso que pienso. La palabra monopolio erradamente usada; o el significado que le designan los avanzados estudios económicos de Lambertuchi escapa a mis ínfimos razonamientos.
¡¡Maldito sistema!! Los vecinos se han autoconvocado para comenzar la revolución social que la organización Sinpatticos ya presagiaba desde hace años. Monopolio...¡Eureka!!!: Lambertuchi posee el monopolio universal sobre las verduras y hortalizas: sólo una decisión y consecuencias catastróficas. Con sólo negarse a vender su producción... vegetarianos muriendo de hambre o atragantados con salchichas de superpancho; voraces carnívoros arrasando con las vacas, los gatos, los conejos, ¡los ratones de biblioteca! En menos de un mes el mundo carente de carne. Entonces, vendrían las golosinas: la tierra melosa, infestada de chicles, vacía de mujeres esbeltas, resultado de la ingesta compulsiva de dulces; caras invadidas por el acné; dientes agujereados. El fin de las golosinas conllevaría al furor por la dieta de la luna. Y entonces, el exterminio total de la vida en la tierra; seres inservibles y livianos reventando contra las paredes, sensibles a la más pequeña ráfaga de viento.
Contradicción (no importa): únicos sobrevivientes: los vecinos de Lambertuchi. Erigidos como soberanos absolutos del mundo y el universo, comiendo verduras y bailando cumbia.
Caminaba sumido en tales pensamientos. Sumisos pensamientos. De repente: GROUWNNN!!!: el primer trueno tronó tornándose corpóreo. ¿El resultado?: las casas a escupir personas: por las ventanas, por las puertas, las chimeneas. La gente caía en posturas ridículas, reincorporación y sonrisas. Todo tan triste. Palanganas y pelelas pala contelel la chuvia, ¡todos poltándolas!
De todas partes llegaban camiones de Knoor Suiza dispuestos a recoger la lluvia. Camiones muy grandes. Cisternas y embudos. Yo no salía del asombro. Me asomo a la espera y miro las nubes. Alas nubes verdes, de cotorritas. Cielo invadido de cotorras. No, no. Son nubes de verdad. Seguramente tóxicas o tónicas. Increíble. ¿Una revolución?
Increíble pero real.
Cambio el tiempo porque sí. Los eruditos hacen eructitos.
Los portadores de paraguas abren su protección. Desafían las leyes de la lógica y los invierten (de dar vuelta) formando con ellas pequeñas fuentes multicolores (en Lambertuchi todo es multicolor) deseosas de lluvia.
Horrible tiempo.
La llegada de los Reyes magos parecía inminente. La totalidad de los zapatitos en hilera. ¿Regalitos?
Medialunas óseas en las caras. Caras inclinadas al cielo. Manos frotándose en ademán ansioso. Difícil describir: imagine usted.
Temeroso del agua, conseguí acomodar la capucha de mi buzo en mi cabeza y conseguí incongruentes insultos de la hilarante comunidad. Y la hidratante lluvia a lloverse empezó.
Gran alegría. Algarabía y libertinaje. Barrientas orgías callejeras.
Las primeras gotas me resultaron indiferentes, pero en cuanto estas se hicieron colectivo de colectivo transformándose en aguacero, se me reveló la verdad. Comencé a gritar extasiado:
"¡¡¡Las consecuencias del monopolio!!! ¡La supa! ¡The soup! ¡La zuppa! ¡Las consecuencias del monopolio! ¡Las consecuencias del monopolio!"
Sopa, sopa. El viento sopa sopla. ¡Lloviendo sopas de punta! Las verdes nubes del cielo azul vomitaban su verdosa indigestión vegetal en forma de energizante sopa pagana.
Yo no salía del asombro. Al hombro cargue un fluorescente fuentón y salí corriendo hacia las quintas, donde seguramente la sopa sería más pura.
Pura locura verde y móviles de Crónica TV. con una de sus numerosas orquestas tocando la cortina musical en vivo y en directo para todo el país.
Como seguramente sabrán quienes hayan aprobado geografía de quinto año de las escuelas medias del territorio argentino, las quintas de Lambertuchi, están bastante alejadas del microcentro de Lambertuchi, sin embargo, esto no impedía que hasta mí llegaran los gritos de la excitada prole.
Asombroso. Oloroso y pecaminoso clima, humm... olorcito a caldo de abuelas.
Yo no salía del asombro.
¿Cómo explicar situaciones en situaciones inexplicables? ¿Aplicable la teoría marxista? No lo sé.
Los habitantes de Lambertuchi tienen la facultad de leer el pensamiento en hojas de lechuga: habitante del barrio me dijo hundido en el barro: "Aplicable el ciclo del agua. Real. Real".
Dichas las siete palabras se fue, chapoteando en el guiso. Guiso de lombrices en las calles.
Ciclo del agua. Ciclo del agua. ¡Siclaro! El ciclo del agua alterado. Claro, claro, claro: riego a hectáreas de verdes verduras en el vertiginoso barriendo barrio. Sol. Ni DO ni RE: sol: estrella que gira alrededor de la Tierra (hay que mantener las antiguas tradiciones) y evapora con su calor el agua de las vigorosas verduras. Vapor caldo. Caldovapor ascendiendo al cielo. Condensación del vaporcaldo:
¡Nuberdosa de verdecaldo! ¡¡¡Nebulosa sopa!!!
El sabor de la lluvia era exquisito. Dispúseme a beber alegre panzarriba el néctar de las quintas.
Larga vida a los embriagados. Alabanzas a la Pachamama.
Pancha mama bailaba con nueve hijos prendidos a sus pechos mientras veía recipientes llenarse de sopa.
¿Dooonde vaa la geente cuado llueve? ¡¡Lambertuchi!! ¡¡Lambertuchi!!.
Gran desgracia. Poco a poco el barrio fue llenándose de infectados del mundo entero, culpa de Criónica TV y CNN, que transmitían en directo a todos los países de habla [...].
La primera dotación de hambrientos turistas llegó de Rusia en cinco containers lanzados desde un avión: todos flacos y epilépticos tosiendo pulmones por doquier y bebiendo lluvia entre trago y trago de vodka. La nación Lambertuchi no paraba de reír. Imposible hacerlo: ¡leprosos escoceses en polleras!!.
Imposible continuar. Lambertuchi fue invadido por una plaga letal que pisaba toda planta de las quintas convirtiendo el barrio en un gigantesco chiquero con características de torre de Babel. Sin embargo, la llegada de una dotación de coreanos montañeses fue decisiva, pues como sabrán quienes hallan aprobado antropología de quinto grado, la diferencia racial entre lambertuchinos y coreanos es casi nula. Resultado: confusión en la nación/ desencuentro colectivo / demasiada distracción.
Lo que sigue es triste, demasiado como para contarlo con lujo de detalles: la tormenta comenzó a menguar y repentinamente;
las nubes se comenzaron a abrir
y el sol decidió salir;
con las ultimas gotas y algunos rayos solares, nació el primer arco iris bicromático y luctuoso de la historia. Señal del fin.
La lluvia cesó por completo y de las antiguas quintas solo quedaba el recuerdo del barro. Ni una hojita verde en lo que antes fueran los sembradíos. Sólo demacrados humanos eructando satisfechos mojados embriagados. Insensibles al desierto que ellos habían creado.
Los labradores habíanse marchado junto con las dotaciones de coreanos, convencidos de haber encontrado a sus antepasados y dispuestos a cultivar arroz en el extremo oriente, lo que significaba la imposibilidad de retomar el monopolio tan rápidamente perdido. Sin embargo, algo pasó. De repente, surgiendo tímida y baja entre el silencio devastador del lodo, comenzó a sonar: una cumbia, más alegre que nunca, invitación a la felicidad y al baile que ni los pobladores ni los rusos epilépticos ni los escoceses transformistas pudieron evitar.
El himno a la alegría y al color no estaba muerto. ¡¡¡La Nación resucitaba!!!



*Luis Barraza
Buenos Aires, Argentina. 1982.
Auxiliar de Bibliotecario.