|
Patricia Romana Bárcena Molina* te quiero tanto que te voy a matar Sabías perfectamente cual sería mi respuesta, por eso preguntaste con esa ingenuidad que sólo yo hago creíble. No tenía otra salida, así que contesté de manera afirmativa: “Estoy dispuesta a intentarlo de nuevo. No te preocupes tanto, mi amor…Pasará este mal momento”. Sin embargo, algo en mi interior me hacía presentir un desenlace amargo. Volviste a entrar en mi vida, a resolver las cosas sin tomar en cuenta mi opinión; a dejar a un lado los acuerdos para que cada uno hiciera su voluntad. Lo permití orillada por ese temor a estar sola, a no saber qué hacer sin ti. La tranquilidad que antes me daba tu presencia empezó a transformarse en angustia. Estaba pagando un precio muy alto por tu amor; que me ató de pies y manos, que me hizo incapaz de enfrentar y disfrutar la vida. Además, me resistía a aceptar que me había equivocado. No quería estar involucrada en comentarios de parientes y amigos. No tenía a quien confiarle mis problemas. Soy demasiado hermética, aunque mi apariencia resulte lo contrario; siempre alegre, haciendo bromas de mal o buen gusto y provocando carcajadas…"Simpatiquísima”, como dice mi abuelita. La verdad es que sí soy muy alegre. Me encanta estar acompañada, platicar, dejarme consentir. Que me lleven, que me inviten, que me sirvan en la mesa…Disfrutar las cosas simples y abandonarme, por momentos, a la vida cómoda. No soy irresponsable, pero jamás me preocupo por la hora o por lo que tenía que haber hecho y no hice. Mi tesis: “Lo que no pudiste hacer hoy… ya lo harás mañana”. Opuesta a la de mi padre: “No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy”. Y como un vuelco del destino, la tesis de mi padre se volvió mi bandera. Por eso esta mañana amanecí con la resolución de abandonarte, de irme muy lejos; sin devolverte los besos ni las caricias que nos dimos confundidos entre la realidad y la ficción; sin devolverte los sueños que construimos cuando empezamos esta aventura, cuando lo único que importaba era estar juntos. No voy a dejar para mañana lo que puedo hacer hoy. ¡Te lo aseguro! Empaqué mi ropa en una maleta vieja, en la misma que la saqué de la casa de mis padres, a la que no quiero volver. En cajas y bolsas guardé lo que me voy a llevar, y no para torturarme con recuerdos, más bien para evitar que te duela mi ausencia al verlas. No tienen valor material, sólo son las cosas que hice mías al disfrutarlas contigo. Todo lo demás se queda aquí, es de los dos. No voy a hacer una repartición absurda. Me llevo entre otras cosas mis ganas de bailar contigo, de descubrir tu frescura, que se perdió en el camino; me llevo las ganas de verte impaciente porque algo me retrasó o me impidió alcanzarte en algún lugar. Me llevo también las noches en vela que te esperé deseando que no tuvieras un accidente, que pudo ocurrir, por tu inconciencia al manejar de madrugada, con sueño y varias copas encima. Me llevo tu amor, porque al tratar de arrancarlo, se adhiere con más fuerza a mi corazón. Por eso sé que es amor lo que me hace dejarte. Cuando tuve una desilusión o un enojo, no pude irme, al contrario, lo que en esos momentos busqué fue el reencuentro; la cercanía física para borrar los resentimientos. Pero hoy es distinto. No tengo que comprobar el límite de mi amor, lo sé perfectamente, y te voy a matar dentro de mí, porque te sigo amando. La Romana. *Patricia Romana Bárcena Molina México. Maestra en educación especial. |