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Carlos Eduardo Herrera Gómez* a la sombra de Caín El agua siempre ha sido más que agua, por eso el hombre camina hacia la orilla del estanque y espera... Una emoción lo desespera hasta la risa pero no es feliz. En eso, una voz lo pone de rodillas y algo pasa: se veía venir él mismo a la superficie logrando un frente a frente nítido en el agua negra.
Cinco segundos de silencio más tarde, el hombre se acercó a tocarse en lo mojado como impulsado por el vértigo; sólo así pudo ver su sombra en mitad de la noche y sentirse aterrado en un segundo, en él, en dos y saber que su vida había sido exactamente igual a la del otro Caín. Por eso esperaba la calma de su ser lleno de ondas que eran miedo; por eso esperaba, pero ya no; porque ahora, de un súbito disparo, el hombre alcanza la piscina y su sangre inicia su mancha en derredor.
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